Warning: getimagesize(fotos/14c914386a0d2b7e5.jpg): failed to open stream: No such file or directory in /var/www/virtual/diariojunin.com/htdocs/app/Views/vernota_views.php on line 56 Cómo fue el show Patricia Sosa y Chucho Valdés: La noche inolvidable del dúo menos pensado - Diario Junin
DOLAR $ 887.5 / $ 887.5
DOLAR $ 1015 / $ 1035
DÓLAR
$ 887.5 / $ 887.5
$ 1015 / $ 1035
  13.4 ºC  Junín, Bs As
Martes, 16 Abril 2024
Diario Junín | Espectáculos             8451
Cómo fue el show Patricia Sosa y Chucho Valdés: La noche inolvidable del dúo menos pensado
El público que colmó el Gran Teatro Alicia Alonso ovacionó de pie la presentación de Once: Concierto para dos.
Martes, 14 de Agosto del 2018 - 21:04 hs.
Cómo fue el show  Patricia Sosa y Chucho Valdés: La noche inolvidable del dúo menos pensado

Parada difícil la del sábado 11 de agosto, más que nada para Patricia Sosa. No siempre se sale a uno de los principales teatros de un país en el que se va a cantar por primera vez de la mano de uno de los más importantes artistas locales y de bastante más allá de las fronteras de su nación.

Sin embargo, a la cantante argentina le bastaron apenas un par de canciones para conquistar la atención, primero, y muy poco después la aprobación hasta la ovación final de las casi mil personas que colmaron el Gran Teatro Alicia Alonso, en La Habana, para el estreno de Once: Concierto para dos, que Sosa grabó junto a Chucho Valdés.

Fue precisamente el anfitrión quien abrió el fuego, junto a la banda binacional integrada por los locales Rodney Barreto (batería) y Yaroldy Abreu (percusión), y los argentinos Daniel Leis (guitarra) y Gustavo Giuliano (bajo), con Caravan y un blues rabioso que además de exhibir la notable combinación de técnica y sentimiento de Valdés, dejó al descubierto las de sus compañeros de ruta.

Entonces sí, con Envidia, Patricia Sosa hizo sonar por primera vez su voz en tierra cubana. Enseguida, De aquí a la eternidad y la impresión de que rápidamente el público entró en sintonía con la propuesta; y todo lo demás fue un recorrido por el repertorio del álbum, intervenido por oportunos comentarios de la cantante, que derribaron cualquier barrera entre el escenario y la platea y los cinco niveles de palcos y balcones de la bellísima sala.

Antes del concierto, Valdés decía que, para él, muchas veces es más fácil decir lo que siente con música que con palabras; ahora, un día después, a quien se le hace complicado encontrar palabras para describir lo que logra el pianista en escena, es al cronista. Porque no se trata sólo de destreza, que le sobra; ni de cantidad de recursos, que los tiene de todo tipo; ni de la facilidad con la que define matices y contrastes con sus dedos; se trata de la sensibilidad con la que Chucho vuelca todo eso a la interpretación.

Pero lo cierto es que el virtuosismo y la expresividad instrumental no fue monopolio de Valdés. Leis aportó su cuota tanto cuando se colgó la eléctrica como cuando le imprimió colores flamencos al encuentro. Y hubo tanta precisión y matices en el bajo de Giuliano como estado de contagioso groove en el tándem Barreto - Abreu. 

De ahí en más, el trabajo de de luces de Gustavo García y el tratamiento sonoro de Jorge Ojeda no hicieron sino enriquecer el plan artístico. El primero, a través de la creación de climas adecuados para cada ocasión, con un aire de intimidad y confidencia que se mantuvo como patrón, aún cuando la voz de Sosa estallaba -como por ejemplo en la vibrante versión de Ya no me dueles- o cuando la velocidad hacía invisibles a las manos de Chucho. El segundo, estableciendo un sólido equilibrio entre la tracción acústica y la pulsión eléctrica que conviven en el armado sonoro del proyecto.

Finalmente, en el cruce de la manera de decir de ambos, Patricia y Chucho, en canciones de mayor carga dramática como Me has echado al olvido o Vela encendida, o en otras de carácter más liviano, como Ningún amor es perfecto, o de la intensidad de Marcada a fuego, es donde Valdés y Sosa redondearon una noche extraordinaria que aún guardaba una sorpresa.

Para entonces, Sosa hacía rato que era dueña de las sensaciones de un auditorio que se rindió a la potencia de su voz y a una madurez interpretativa que va alineada con eso de que muchas veces menos es más, un principio que alcanzó uno de sus puntos más altos en la bellísima Concierto para dos.

Ya en la recta final, la aparición en escena de Omara Portuondo completó la celebración. La icónica voz y figura del Buena Vista Social Club, sentada junto a la argentina, exhibió su enorme desenfado y su eterna capacidad de transformar todo lo que la rodea en cuestión de segundos. Dos gardenias, Allí, El día que me quieras…

La mujer se levantó, saludó y se llevó sus 87 años fuera del escenario. Pero quiso más, y volvió. No importaba qué, sólo se trataba de cantar. El día que me quieras, sugirió. "Ya la hicimos", le avisaron. Y ahí fue, con Veinte años, y como broche de oro sumó su voz -también el público- al estribillo del fantástico abordaje que Chucho y Patricia hicieron de Alfonsina y el mar, saludado por una sostenida ovación, de esas que no se olvidan fácilmente.