En horas de la madrugada, unos amigos que compartían un asado fueron asaltados por un delincuente armado que ingresó a la quinta en forma sigilosa aprovechando la oscuridad.

En el momento en que el malviviente ingresó, aproximadamente a las 3, sólo quedaban tres de los casi diez amigos que se habían reunido a festejar el buen clima de la noche.

Mientra que uno limpiaba la parrilla, otro la vajilla y el tercero, en la galería, acomodando la mesa y las sillas, parado a muy corta distancia, un individuo encapuchado apuntaba a la cabeza de uno de los amigos con la intención llevarse las pertenencias.

Por suerte, la reacción de las víctimas fue rápida, ya que intentaron escapar del delincuente amparándose en la poca visibilidad, mientras que la peor parte la llevaba quien se encontraba a menor distancia del desconocido que no dejaba de apuntarle.

Sin embargo, casi sin pensarlo, este corrió dándole la espalda al ladrón y logró escaparse, quedando la quinta a disposición del delincuente.

Segundos más tarde, consiguieron pedir ayuda a uno de los amigos con los que habían estado compartiendo la noche y se acercaron a la dependencia de Seguridad Vial.

Los uniformados llegaron a la quinta intentando ubicar al delincuente que para esa hora había robado algunos de los elementos que encontró a su paso y se había dado a la fuga.