Corralito, fines del 2001 en la provincia de Buenos Aires y un grupo de vecinos que decide cumplir un sueño creando una cooperativa en el momento más inoportuno del país a nivel económico. Así podría resumirse “La odisea de los giles”, la película protagonizada por Ricardo Darín, Luis Brandoni, Verónica Llinás, Chino Darín y Daniel Aráoz, que tuvo una gran aceptación y sentido de identificación por parte del público argentino.

"Más allá de la parte numérica lo que me impresiona mucho es lo que le pasa a la gente con la historia. Nos dimos cuenta de que a propósito del contexto actual, la historia se resinificó”, opinó Darín sobre uno de los motivos del éxito, teniendo en cuenta que “el tema del corralito, más allá de cuestiones financieras, no fue tocado con profundidad” en la película.

"Todos se vieron identificados con la historia, lo que pasa en el grupo con este cuento nos pasó como actores. Creo que la historia es aglutinante”, indicó que actor, quien junto a su hijo también son productores del film.

En cuanto al porqué del título, reconoció que “no fue fácil” la aceptación por parte del mundo del cine y que “hubo mucha resistencia porque pensaban que era un insulto encubierto”.

“Todos en algún momento nos ponemos giles por algo [...] Uno se describe a sí mismo como un gil en determinadas situaciones, pero para mí tiene que ver con que los argentinos nos creemos los más vivos en las cosas en que no somos vivos, y nos creemos unos imbéciles en cosas en las que no somos imbéciles. Nos atacamos por nuestra calidez, don de amistad y solidaridad y en esos somos maravillosos, pero decimos ‘soy un boludo porque confié’", ejemplificó en diálogo con “Tarde para nada”.

Y amplió: “Afuera se nota mucho. Cuando el argentino sale del país, viaja, tiene una moneda, hay una tendencia a avasallamiento, están a los gritos en un aeropuerto… La ironía que quisimos plantear articula un poco por ahí”.