El rugido del puma
No hubo ruido de anuncios, ni conferencias de prensa ampulosas. El futuro se decidió entre boxes, con el humo de los neumáticos aún fresco en el Autódromo Hermanos Rodríguez. Franco Colapinto, el puma argentino, ya tiene su presa: la butaca de Alpine para 2026. La firma es inminente, un trámite que se resolverá entre este martes y el jueves, cuando el equipo francés ponga fin a la incertidumbre y convierta en permanente la apuesta por el talento criollo.
La razón no es un misterio para quienes leen entre líneas de datos. En la segunda mitad del año, Colapinto dejó de ser un novato. Empezó a cazar a su compañero, un experimentado Pierre Gasly, y en México estuvo a punto de devorarlo. Fue más rápido. Más osado. Y en los pupitres de Ingeniería, esa curva trazada con mayor precisión, ese ritmo en sectores clave, pesó más que cualquier discurso. Alpine tiene todos los telemetrías, y los números gritan lo que las palabras no necesitan confirmar: el argentino evoluciona a un ritmo que la escudería no está dispuesta a desperdiciar.
En el paddock mexicano, la trama se cerró. Los máximos responsables de su principal sponsor —esa firma argentina de venta electrónica que mutó en multinacional— compartieron un imponente VIP con la cúpula de Alpine. Allí estuvieron, en el mismo espacio reducido, los que manejan los hilos y los que ponen el dinero. Flavio Briatore, el hombre que no suele equivocarse en estas apuestas, fue parte del cónclave. También los managers de Colapinto, María Catarineu y Jamie Campbell-Walter. No se reunían para hablar del clima. El respaldo institucional y comercial se alineó con el rendimiento. Un triángulo perfecto.
Mientras Alpine navega aguas turbulentas —luchando por no ser farolillo rojo—, Colapinto se convirtió en una de las pocas luces de esperanza. El equipo reconoce, en privado, su capacidad para diseccionar un monoplaza complicado, un auto que él mismo define como "difícil de manejar". Aprendió a convivir con la inconsistencia, a buscar setups sin la brújula de la experiencia. Y aún así, logró igualar y a veces superar a un Gasly que lleva años en la categoría.
Los rivales internos —Paul Aron, Jack Doohan— acechaban, pero el argentino los dejó en la cuneta. No con declaraciones estridentes, sino con trabajo. Con esa obsesión silenciosa que lo caracteriza. "Es el año en el que más he hecho fuera del auto", admitió en México, revelando una entrega que trasciende lo visible. Los fines de semana sprint, con una sola sesión de práctica, ya no lo intimidan. Los convirtió en su territorio.
Hubo un momento, sin embargo, en que la presión pudo con él. El año pasado, con el rumor como sombra, cada carrera era un juicio. Hoy, en cambio, sabe que el esfuerzo de hoy construye el mañana. "Sé que voy a seguir trabajando con los mismos ingenieros, los mismos mecánicos... todo sirve para entendernos mejor", confesó. Esa certeza le permitió correr más suelto, más ambicioso.
El martes, o a más tardar el jueves, llegará el comunicado oficial. Pero la noticia ya está escrita. La Fórmula 1 tendrá bandera argentina por un buen tiempo. Y Alpine, un piloto que aprendió a rugir