El carnaval eterno: Cómo las tribunas argentinas tejen la saga del fútbol con retazos de canciones ajenas

Martes, 28 de Octubre del 2025 - 15:25 hs.

Es una tradición que no conoce de géneros ni de épocas. Una operación de rescate y reciclaje sonoro donde todo está en disputa: la balada romántica, el hit disco, el rock clásico, la cumbia y hasta la canción infantil. El criterio es simple: si la melodía prende, la letra se reescribe.

El fenómeno trasciende la mera coreografía. Es el termómetro exacto del alma futbolera. Con una misma base musical se puede construir un monumento a la gloria o cavar una fosa para la crítica más feroz. El himno que en Qatar unió a un país bajo el "Muchachos, ahora nos volvimo' a ilusionar" de La Mosca, es la misma herramienta que corea el lamento desencantado de "Jugadores... la c… de su madre, a ver si ponen huevos", sobre el lamento de Bonnie Tyler.

Aquí, la publicidad veraniega de un perro llamado Boby muta en una crónica de esperanza: "Boca, mi buen amigo, esta campaña volveremo' a estar contigo". El rock de Creedence Clearwater Revival se transforma en la daga perfecta para clavar en el corazón del rival: "Brasil, decime qué se siente...". Y la canción de cuna "Pican, pican los mosquitos" se pervierte en una afirmación de supremacía territorial.

No hay lógica más que la de la efectividad. La trompeta de "Moliendo café" se mezcla con el "I love you baby" de Gloria Gaynor, reconvertido en un grito de exhortación riverplatense: "Vamos los Millo, hay que poner un poco más de huevo". El candombe más visceral y el "Let the sunshine in" más hippie comparten espacio en la misma grada, unidos por el mismo propósito.

Estas creaciones no mueren en el cemento de los estadios. Son carne de exportación, embajadoras de una forma única de vivir el fútbol. Viajan en la garganta de los hinchas y conquistan mundiales, haciendo que un ritmo cualquiera, nacido en un contexto ajeno, termine siendo la banda sonora de una hazaña histórica.

Es el carnaval eterno de la tribuna argentina. Un espacio donde la cultura popular se reinventa a golpe de grito, donde el éxito olvidado encuentra su redención y donde cada canción, sin importar su origen, espera su turno para saltar a la cancha y contar una nueva historia. Porque en el fútbol argentino, la pelada no es lo único que pica. También pica la musa, que anda suelta y con la camiseta puesta