No hubo goles en el partido, pero hubo un torrente de ingenio. Mientras el plantel de Gustavo Costas chocaba una y otra vez contra la muralla de Agustín Rossi y la defensa brasileña, los community managers del Flamengo preparaban la estocada final. No sería con un gol, sino con una seguidilla de publicaciones que replicaron, con cruel precisión, los gestos y los cantos que alguna vez fueron de Racing.
La jugada maestra fue la del “a dormir”. Una imagen de los uruguayos Nicolás De La Cruz, Guillermo Varela y Giorgian De Arrascaeta emulando el festejo de Stephen Curry resonó como un eco burlón del gesto que, semanas atrás, había hecho Gastón Martirena contra Peñarol. La venganza charrúa, orquestada desde Río, estaba servida. Fue más que un meme; fue la devolución de una moneda con intereses, recordándole a Martirena, hincha de Nacional, que sus compatriotas del rival ahora celebraban su eliminación.
Pero el repertorio no terminó ahí. La cuenta oficial del Mengao desplegó un catálogo de provocaciones. Publicaron una foto del defensor Leo Pereira con sus compañeros y la leyenda “Muchachooosss”, apropiándose del himno mundialista argentino que Racing mismo había coreado. En su perfil en inglés, mostraron la entrada al subte de la estación Lima con un “Aquí, ¿Verdad?”, una puya directa a la declaración optimista de Costas: “Vamos a ir a Lima”. Incluso rescataron a un Guillermo Francella vestido de rojinegro, transformando al querido actor y hincha de la Academia en un instrumento más de su festejo.
Detrás de la pantalla, en el césped, la hazaña fue defensiva. Flamengo, con uno menos desde el minuto 55 por la expulsión de Gonzalo Plata, se atrincheró, sufrió y resistió. La figura de Agustín Rossi, el arquero argentino que silenció a su gente, fue el pilar de una clasificación que se había construido con el 1-0 de la ida en el Maracaná.
La noche cerró con la Academia eliminada y el Flamengo no solo en camino a la final de Lima, sino también dueño absoluto del relato. Demostró que en el fútbol moderno los partidos se ganan de muchas maneras: con atajadas, con contragolpes y, a veces, con el click certero que convierte una derrota ajena en el meme perfecto