El tenis argentino respiró este jueves el aire agridulce de la recta final de la temporada. En Europa, sobre las veloces canchas indoor que marcan el cierre del calendario, el panorama se oscureció con las eliminaciones de las últimas esperanzas en el prestigioso ATP 500 de Viena. Del otro lado del Atlántico, en el polvo de ladrillo de Curitiba, un apellido que evoca épica mantiene encendida una llama de ilusión.

Francisco Cerúndolo, el número 21 del mundo, arribaba a Austria con la confianza renovada tras su título en el exhibición UTS de Hong Kong, donde había doblegado a rivales de la talla de Andrey Rublev. Sin embargo, la realidad oficial de la ATP fue otra. Tras un debut arrollador, se encontró con el muro impredecible y talentoso de Alexander Bublik. El kazajo, un tenista de golpes imposibles y temperamento volátil, desarmó al argentino con una dosis letal de potencia y variación. Cerúndolo nunca encontró el ritmo, perdió profundidad en su derecha y vio cómo Bublik le robaba el servicio con crueldad para sellar el pase en dos sets corridos (6-4, 6-2). Una oportunidad desaprovechada para afianzarse en el Top 20.

La historia de Tomás Etcheverry en Viena no fue muy diferente. El tandilense, que viene luchando por recuperar su mejor nivel y escalar desde el puesto 60, chocó contra la clase depurada de Lorenzo Musetti. El italiano, cuarto sembrado y finalista en Masters 1000 este año, demostró una jerarquía superior. Con un tenis elegante y un revés a una mano que pintó líneas, controló el partido de principio a fin. Etcheverry peleó, pero no tuvo el arma para herir a un rival que manejó los tiempos con maestría. El marcador final, 6-3 y 6-4, refleja una derrota donde la resistencia no alcanzó contra la calidad.

Con estas bajas, el cuadro principal en Viena quedó sin representantes argentinos, un espejo de la semana en el torneo de Basilea, donde Sebastián Báez también dijo adiós tempranamente.

La luz de Burruchaga en el horizonte

Mientras las noticias llegadas de Europa traían sabor a despedida, desde el Challenger de Curitiba emergió un faro de continuidad. Román Burruchaga, heredero de una leyenda y forjador de su propio camino, sigue de racha. El juvenil tenista avanzó a las semifinales del certamen brasileño, consolidando una racha positiva que habla de un crecimiento sostenido y prometedor.

En un contraste que define la realidad del tenis nacional, la tarde del jueves dejó un sabor amargo en las fastuosas canchas cubiertas de Europa, pero una inyección de fe en la cancha más humilde de un Challenger sudamericano. La cosecha de la nueva camada es un proceso que, con sus idas y vueltas, no deja de mostrar destellos