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Mastantuono, en la sala de máquinas del Madrid
La perla argentina y su batalla silenciosa: un plan milimétrico contra la pubalgia, la obsesión por el tren inferior y la sombra de una lesión crónica. Cómo lo protege Xabi Alonso.
Martes, 11 de Noviembre del 2025 - 17:25 hs.
Mastantuono, en la sala de máquinas del Madrid

El genio joven dueño de una zurda mágica y un futuro que parece no tener límites enfrenta, en la intimidad de Valdebebas, su prueba más dura. No es un marcador rival, ni la presión de la camiseta. Es una lesión sigilosa que ya lo apartó de un clásico en Anfield y hasta de la convocatoria de la Selección. Franco Mastantuono, a sus 18 años, está inmerso en la operación más delicada para un futbolista de su perfil: la reconversión de su cuerpo.

El Real Madrid ha desplegado su aparato científico sobre él. No es una recuperación cualquiera. Es un programa integral, personalizado, que huele a paciencia y a largo plazo. Los médicos y preparadores físicos del club han diagnosticado el camino: “piano, piano”. Sin fechas de regreso, sin presiones externas. El único que marca el ritmo es el propio Franco, con su respuesta física cotidiana. Se trata de una pubalgia, un fantasma que puede volverse crónico y que ya obligó a modificar el ritmo frenético de adaptación que llevaba en la Casa Blanca.

La estrategia tiene dos frentes claros. El primero, y más urgente, es la recuperación de la zona inguinal y abdominal baja que la pubalgia ataca. El segundo, y quizás el más vital para su futuro, es el fortalecimiento a conciencia de todo su tren inferior. El club busca blindar a su joya. Saben que jugadores explosivos, con cambios de ritmo y giros bruscos como los de Mastantuono, son carne de cañón para las lesiones musculares. Por eso, el trabajo se centra en la prevención. El core, ese centro de gravedad del cuerpo, es otra obsesión para los especialistas: un abdomen y una zona lumbar fuertes son el cimiento para soportar el huracán de la elite.

No es la primera vez que Mastantuono se somete a una transformación física. En River Plate, consciente del salto que se avecinaba, ya había iniciado un proceso de fortalecimiento que lo llevó a sumar 10 kilos de músculo. Un trabajo de hombres serios para un pibe que no le tenía miedo al gimnasio. El Madrid tomó esa base y ahora la está perfeccionando, con el foco puesto en el equilibrio: ganar potencia sin sacrificar un ápice de su agilidad ni de esa calidad técnica que deslumbró a Xabi Alonso desde el primer día.

Hablando de Alonso, el técnico no es un espectador más. Es un creyente. Cuando Mastantuono aterrizó, lo que más captó la atención del vasco no fue solo su talento innato, sino su feroz competitividad. “Tiene mucha calidad, pero me encanta lo competitivo que es. Luego hay que ordenarlo, pero ese gen competitivo es fundamental”, valoró el estratega. Esa chispa interior es, para el club, un activo tan valioso como su pierna izquierda. Y por eso lo cuidan con esmero de orfebre.

El Madrid conoce este camino. Lo transitó con Vinicius, con Rodrygo, con Valverde y, más recientemente, con Endrick. La adaptación del sudamericano al fútbol europeo es un proceso que va más allá de lo táctico; es una revolución corporal. Mastantuono, antes de la lesión, ya había demostrado su valía con 9 titularidades en 12 partidos y casi 700 minutos en los que aportó un gol y una asistencia. números que hablan de una confianza ganada, no regalada.

Mientras el equipo lidera La Liga y avanza con soltura en Champions, la prioridad inmediata para Mastantuono tiene otro nombre: la sala de máquinas. Allí, entre pesas, ejercicios de core y una paciencia que contraste con su juventud, se libra la batalla que definirá su verdadero despegue. No es una carrera, es una inversión. El Madrid no apura a sus perlas; las pule