Las limitaciones impuestas a las actividades comerciales, principalmente las relacionadas con la actividad gastronómica, se extienden en el tiempo, más allá de las modificaciones que de acuerdo a las disposiciones oficiales han venido teniendo en las últimas semanas.

Los bares y confiterías, tradicionales comercios de la zona céntrica, se han visto golpeados y sus dueños han expresado el malestar existente por los difíciles momentos que atraviesan, con el consecuente problema económico que, al extenderse en el tiempo, en muchos casos llega a poner en riesgo la subsistencia.

“La flexibilización nos da un pequeño respiro para poder trabajar”, dijo Gerardo Corro, propietario de uno de los bares céntricos de mayor trayectoria en Junín.

“Desde el año pasado habría que haber dispuesto una modalidad, focalizando los cierres en las zonas más peligrosas, posibilitando en otras zonas las aperturas. Las disposiciones fueron muy agresivas y no estuvieron bien. Quizás por el desconocimiento de la situación, conlleva para nuestra generación una experiencia que, más allá de lo trágico, puede dejar muchas enseñanzas de las que tenemos que aprender”, indicó.

Sub rubros

Dentro del sector gastronómicos “hay sub rubros, (no es lo mismo una cafetería que un restaurant, un pub o una casa de comidas), pero todos estamos englobados en las mismas decisiones, entonces afectan a todos por igual, cuando hay algunos a los que se les podría hacer más llevadero”.

Corro, también es propietario de un establecimiento gastronómico en la ciudad de Chacabuco y manifestó que “en las dos ciudades, estando tan cerca, hay dos realidades muy diferentes. Junín siempre estuvo con una situación más llevadera, no solo en la pandemia, sino por situación económica; en Chacabuco, las crisis pegan más porque no tienen tantos empleados públicos como en Junín”.

Señaló que “en Chacabuco se pasaron momentos críticos cuando se dispararon los contagios”.

Fuente: La Verdad