Uno de los días más intensos fue el pasado miércoles. Por la tarde, el fuego se desató en un predio cercano a la Ruta Provincial 65, en inmediaciones del puente del ferrocarril y del conocido parador La Carpa. Las llamas avanzaron rápidamente sobre un sector de aproximadamente 200 metros de largo por 50 de ancho. La intensidad del humo obligó a cortar la circulación de vehículos en ese tramo y se requirió asistencia adicional para garantizar la seguridad en la zona.
Horas después, ya de noche, los bomberos tuvieron que volver a movilizarse, esta vez hacia un campo ubicado en las cercanías del llamado Boliche Amarillo. La zona, de difícil acceso para los vehículos, obligó a trabajar con herramientas manuales como látigos forestales. En ese caso, se estimó que las llamas consumieron unas tres hectáreas.
El jefe del cuartel local, Gastón Múgica, confirmó que entre incendios forestales, pastizales y siniestros en viviendas, se ha alcanzado una cifra cercana a las 40 intervenciones en menos de un mes. La mayoría se concentró en áreas rurales, aunque también hubo afectaciones dentro del casco urbano, lo que refuerza la preocupación entre vecinos y autoridades.
Las condiciones climáticas actuales, marcadas por temperaturas inusualmente elevadas para el invierno, junto con la sequía y los vientos persistentes, han creado un escenario altamente propenso a la propagación del fuego. A eso se suma la negligencia en algunas prácticas rurales, como las quemas no supervisadas, que muchas veces se descontrolan y terminan generando situaciones de riesgo.
Desde los organismos locales insisten en la necesidad de extremar los cuidados, evitar prender fuego en zonas abiertas sin autorización y dar aviso inmediato ante cualquier foco. En un contexto de alta vulnerabilidad ambiental, la prevención y la conciencia ciudadana se vuelven claves para evitar que la situación se agrave.