El Allianz Stadium de Sydney fue testigo de una noche que quedará grabada en la historia del rugby argentino. No fue perfecto, fue mejor: fue real. Los Pumas, bajo el mando de Felipe Contepomi, se sacaron la espina clavada desde el fin de semana pasado y derrotaron a los Wallabies por 28-26 en un duelo que tuvo de todo: jerarquía, errores, una amarilla crucial, polémica y un final al borde del infarto coronado por una invasión de campo de los fanáticos albicelestes.

Como ya es una costumbre en esta era, Argentina salió con hambre. Dominó el primer tiempo con un juego inteligente, posesión y una defensa feroz. Sin embargo, otra vez, la falta de efectividad para convertir dominio en puntos claros lo mantuvo en un frágil equilibrio. La historia se repitió en el complemento: con Santiago Carreras, el máximo anotador del torneo, en el banco por una amarilla, los Pumas se replegaron y sufrieron la arremetida australiana. El partido se transformó en una batalla de desgaste, minuto a minuto, con los Wallabies acechando cada error.

El cierre fue un compendio de emociones. Polémica por decisiones arbitrales que podrían haber inclinado la balanza para cualquier lado, un marcador que se balanceaba con cada posesión y una defensa argentina que, acorralada en su propia área, encontró una fortaleza mental sobrehumana. El pitido final liberó una marea de alegría no solo en el campo, donde los jugadores se abrazaron con la furia de quien da todo, sino también en las tribunas. Decenas de fanáticos argentinos irrumpieron en el césped para celebrar con sus héroes, en una escena que encapsuló la pasión de una hinchada que vive el rugby con el corazón.

Con este triunfo, Los Pumas suman su segunda victoria en el certamen (con dos derrotas) y alcanzan los 9 puntos, manteniéndose en la pelea. El panorama del Rugby Championship se volvió más interesante que nunca tras la histórica goleada de Sudáfrica (43-10) a Nueva Zelanda, que dejó a los All Blacks tambaleando.

El camino no se hace más fácil. Ahora, la mirada está puesta en la recta final. Argentina deberá enfrentar dos veces a los poderosos Springboks: primero en Durban el 27 de septiembre y luego, en una "localía" especial en el Twickenham de Londres, el 4 de octubre. El objetivo es claro: superar la histórica campaña del 2024 y demostrar que esta victoria en suelo australiano no fue un destello, sino el fuego de un equipo que viene para quedarse entre los grandes