25/09/2025  -  Deportes
El sueño se apagó en São Paulo
River Plate cayó ante Palmeiras por 3-1 y quedó eliminado de la Copa Libertadores. La despedida no fue digna: errores defensivos, una expulsión innecesaria y una falta de ideas en el ataque sellaron una eliminación que duele más por lo que pudo ser y no fue.

El Allianz Parque fue el escenario de otra noche de frustración continental para River Plate. Con la ilusión de dar vuelta una serie que llegaba con un 2-1 en contra, el equipo de Marcelo Gallardo empezó con el pie derecho. A los 7 minutos, Maximiliano Salas conectó un centro preciso y, con un remate cruzado, hizo estallar la visita y encendió la llama de la esperanza. Por unos minutos, River fue el equipo de siempre en esta competencia: intenso, voraz y efectivo.

Pero el fuego se apagó con la misma rapidez con la que se encendió. La posesión del balón fue estéril, los ataques previsibles. Palmeiras, experto en estos duelos de alta tensión, esperó su momento. A los 5 minutos del complemento, Vitor Roque apareció solo en el área para empujar un balón que dejó en offside a una defensa que se desorganizó por completo. El gol fue un mazazo del que River nunca se recuperó.

Franco Armani, como en tantas otras ocasiones, se convirtió en el último bastión. Le tapó un mano a mano al mismo Vitor Roque y desvió un tiro libre peligrosísimo antes de que Gonzalo Montiel despejara sobre la línea. Fue una exhibición de jerarquía y veteranía en un equipo que parecía perder la cabeza. Esa resistencia se quebró a 4 minutos del final. Marcos Acuña, en un acto de irreflexión total, cometió un penal innecesario y vio la roja directa. José López, desde los doce pasos, puso el 2-1 y sentenció la serie. Sobre la hora, el mismo López eludió a Lucas Martínez Quarta con una facilidad pasmosa y definió al ángulo para el 3-1 final. Un global de 5-2 que no admite reclamos.

La imagen del equipo millonario en los minutos finales fue la de un barco a la deriva. Los cambios de Gallardo, con el ingreso de Borja por Galoppo, no lograron alterar la dinámica. Se generó una chance clara con el colombiano, pero fue un espejismo en medio de un desierto de ideas. La expulsión de Acuña terminó de dibujar una despedida amarga.

Ahora, el presente es otro y mucho más gris. La obsesión por la Libertadores, el motor de esta era gallardista, se esfumó. El foco debe pasar obligatoriamente al torneo local, donde River aún no aseguró su lugar en la próxima Libertadores. El camino de consuelo comienza este domingo ante Deportivo Riestra, seguido de un duelo clave ante Racing por la Copa Argentina. Pero esta madrugada en Brasil deja una certeza: un ciclo que se define por la gloria continental, se enfrenta a un futuro inmediato donde esa posibilidad ya no existe. La página debe darse vuelta rápido, porque la herida de esta eliminación promete sangrar por un buen tiempo

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