La arena de la diplomacia global en Nueva York fue esta semana el escenario de una cumbre paralela, tan crucial como cualquier debate en la ONU. Lejos de los discursos formales, los principales estrategas del poder en el fútbol sudamericano se alinearon con jefes de Estado y la cúpula de la FIFA para trazar la cancha del Mundial 2030. El partido ya comenzó, y las primeras jugadas son claras: austeridad fiscal y un lugar privilegiado para Uruguay.
El núcleo de la conversación fue un pedido formal para que el torneo del centenario albergue a 64 selecciones. Sin embargo, los representantes uruguayos llegaron con una agenda propia y ambiciosa. Su objetivo no se limitó a ser la sede del partido inaugural, un hecho casi inamovible, sino que pusieron sobre la mesa dos cartas fuertes: la intención de que el sorteo de la fase final se realice en suelo charrúa, específicamente en Maldonado, y una premisa inquebrantable para la organización: ni un dólar de los fondos públicos.
La postura fiscal fue el punto de mayor consenso. El mensaje de las autoridades uruguayas fue contundente: los dineros del Estado están destinados a prioridades como la primera infancia, no a subsidiar el megaevento. La experiencia de la AUF, que obtuvo ingresos millonarios por la organización de las finales de Conmebol en 2021, sirve como el modelo a seguir. La meta es clara: que el Mundial no sea un peso, sino una fuente de generación de riqueza.
La lógica se extiende a toda la región. En un contexto económico complejo, Sudamérica no está dispuesta a replicar el modelo de gasto suntuario de otras ediciones. La consigna es encontrar los fondos en la órbita privada y en los mismos ingresos que genere el evento, un mensaje que la FIFA escuchó atentamente.
Mientras el mundo mira hacia el 2026, la maquinaria sudamericana ya se pone en marcha para el día después. El 20 de julio de ese año, justo después de la final en Nueva York, arrancará oficialmente la cuenta regresiva para 2030. En ese camino, Uruguay no solo busca ser el anfitrión histórico del primer partido, sino también el centro de atención global con un sorteo en temporada alta, mostrando al mundo su mejor cara. La reunión en Nueva York fue el saque inicial de una negociación que promete ser intensa, donde el fútbol y la política se entrelazan para definir el formato de la fiesta del centenario.