El escenario no puede ser más desafiante. Lejos de casa, en el templo del rugby inglés, Los Pumas se medirán a los gigantes de Sudáfrica en el cierre de un Rugby Championship que puso al descubierto las virtudes y las falencias de un equipo en transición. Bajo el mando técnico de Felipe Contepomi, el conjunto nacional no pelea por el título, sino por algo quizás más valioso de cara al futuro: la confirmación de un rumbo.
La cesión de la localía en un partido oficial impone una carga extra. Remite a aquel lejano 2016 frente a Australia en este mismo estadio, un recordatorio de que en el alto nivel los detalles y las circunstancias pesan. Llegar a Londres no es lo mismo que llegar a Buenos Aires, y enfrentar a los Springboks sin el aliento de la hinchada local es un obstáculo adicional en una misión ya de por sí titánica.
El equipo se presenta con un rostro renovado y forzado por las circunstancias. Las bajas por lesión de Gonzalo García y Tomás Albornoz han recortado drásticamente las alternativas en la conducción del juego y el recambio ofensivo. En este contexto, la apuesta del cuerpo técnico es audaz. La gran novedad es el debut como titular del joven Gerónimo Prisciantelli con el número 10 en la espalda, una enorme responsabilidad para quien deberá liderar el juego de manos ante la defensa más feroz del planeta. A su lado, el también juvenil Simón Benítez Cruz vuelve a la titularidad como medio scrum, formando una dupla de medio abierta inexperta pero llena de talento.
La delantera, con Julián Montoya al mando desde el talonaje, se apoya en la solidez de Mayco Vivas y Joel Sclavi para plantar batalla en el scrum. La segunda y tercera línea, con Guido Petti, Pablo Matera y Marcos Kremer, tendrá la titánica tarea de contener la potencia física sudafricana.
Enfrente, el rival es el que es: los actuales campeones del mundo. Los Springboks llegan a Twickenham con la chance concreta de alzar el trofeo. Un triunfo con punto bonus les dará el título de manera inapelable. Rassie Erasmus presenta un equipo plagado de figuras: desde la dupla dinámica de Siya Kolisi y Eben Etzebeth hasta la explosividad de Cheslin Kolbe y Canan Moodie en el fondo. Su banco de suplentes, con lujos como RG Snyman y Manie Libbok, es un arma letal para el tramo final.
Para Los Pumas, este partido es una prueba de carácter. Las matemáticas del campeonato son secundarias frente a la necesidad de demostrar solidez, corregir las irregularidades que los atravesaron en la competencia y construir confianza. La expectativa se centra en ver si podrán soportar el huracán físico inicial, si el mediocampo novato encontrará la claridad para generar juego y si la defensa mantendrá la disciplina ante la presión constante.
El historial es abrumadoramente favorable a Sudáfrica, pero el rugby se juega en 80 minutos. Más allá del resultado, la verdadera victoria para Argentina residirá en mostrar evolución, en que los jóvenes demuestren que pueden dar la cara ante los mejores y en que el equipo encuentre, en la adversidad de un escenario prestado, la personalidad que defina su futuro. El cierre de este campeonato no es un punto final, sino un punto de partida