06/10/2025  -  Deportes
El destierro y el regreso: la batalla silenciosa de Facundo Díaz Acosta
Tras 19 meses de calvario físico y la caída al abismo del ranking, el tenista argentino encontró en una final perdida en Chile el oxígeno para su carrera y una nueva filosofía de vida.

La derrota duele, pero a veces sanea. El domingo pasado, en la tierra árida de Antofagasta, Facundo Díaz Acosta cayó ante Cristian Garín por 2-6, 6-3 y 6-3. Fue una final de Challenger, un escalón por debajo del brillo que él ya conoce. Sin embargo, ese revés ante el público local no se sintió como una pérdida, sino como una liberación. Tras 19 meses de ausencia, volvía a una definición. Y en ese viaje al podio secundario, el porteño de 24 años selló la paz con una carrera que, tras tocar el cielo, se empeñó en mostrarle el infierno.

El tenis puede ser un verdugo implacable. Díaz Acosta lo aprendió a fuerza de golpes. Después de la euforia del título en el Argentina Open 2024 y de escalar hasta el puesto 47 del mundo, el cuerpo le pasó factura. Una lesión en el omóplato derecho lo condenó a varios meses de ostracismo. La vuelta no fue triunfal: una fascitis plantar se encargó de convertir su día a día en un calvario, le impidió defender su corona en Buenos Aires y lo precipitó en picada hasta el puesto 265 del ranking. El abismo.

“Pasaron 19 meses desde mi última final”, confesó con una voz serena, horas después del partido en Chile. Las palabras no escondían la amargura de la derrota, sino el alivio de quien, por fin, ve un rayo de luz. “Significa mucho, sobre todo por todo este último tiempo que me tocó vivir, mucho tiempo lesionado. En los últimos dos años creo que habré estado siete u ocho meses parado”.

Ese regreso a una final, aunque no culminara con el trofeo, funciona como un punto de inflexión. Es el premio a la obstinación, a la paciencia de quien tuvo que “barajar y dar de nuevo” en la segunda categoría del tenis mundial. “Es muy lindo, y más allá del resultado y de los puntos, traté de disfrutarla lo más posible y acordarme también de todo lo que vengo pasando para dar lo mejor de mí y disfrutarla al máximo que se pueda”, relató.

La ausencia forzada le cobró un precio caro: la falta de ritmo. Pero la semana en Antofagasta le devolvió una chispa. “Vengo de un año bastante duro. Las vueltas de los parates tan grandes me costaron, pero ahora en esta semana voy encontrando el ritmo de competencia, el nivel”, analizó. Esta final no es un destino, sino un “lindo punto de partida”, la prueba de que aún puede pelear.

Las lesiones, ese enemigo invisible, le enseñaron una lección que trasciende a las victorias y derrotas. Lo llevaron a revalorizar lo esencial. “Hoy creo que me encuentro en un lugar donde fui aprendiendo mucho a disfrutar, a valorar, a estar sano, a estar en competencia, los viajes, de viajar por el mundo haciendo lo que me gusta”, reflexionó el zurdo.

La salud se ha erigido como su nueva obsesión, reemplazando a la antigua fijación por el ranking. “Mi meta es esa, estar sano, disfrutar, competir, dar lo máximo de mí, estar contento y jugar muchas semanas sin ninguna complicación física, creo que ya es ganar y estoy en esa búsqueda”.

Hasta la frustración de haberse perdido los Juegos Olímpicos de París 2024 la encara ahora con una perspectiva más sabia y serena. “Me perdí los Juegos Olímpicos de París. Hay muchas cosas, creo que bastante más dramáticas que perderte un Juego Olímpico o perderte muchas posiciones en el ranking”, sostuvo con una madurez que parece ganada a pulso. “Tengo toda una carrera por delante. Así como el día de mañana puedo volver a estar en donde ya me tocó estar, también puedo volver a jugar un Juego Olímpico”.

El camino ahora es claro y, curiosamente, menos exigente en lo numérico. Para lo que resta de la temporada, con la gira sudamericana en el horizonte, su objetivo no es una cifra en el escalafón. “Quiero jugar la gira, los torneos que me toquen jugarlos al 100%. Estar sano, estar competitivo, cuidar mucho mi cuerpo, escuchar mucho a mi cuerpo y no volverme loco con el Top 100 o con el ranking”.

La conclusión de Díaz Acosta es el resumen de un hombre renovado: “Realmente hoy mi objetivo no está tan focalizado en el ranking, sino en esto: en estar lo más competitivo posible, sano, y creo que después lo otro va a ir llegando a medida que pueda ir cumpliendo estas dos cosas”. Después de sobrevivir al destierro, cualquier victoria en la cancha será un extra. La batalla más importante, la de volver a sentirse tenista, ya la ganó

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