07/10/2025  -  Deportes
El destello en la noche: El arranque de Colapinto que Iluminó Singapur
En un Alpine que se ahoga en el fondo de la grilla, el argentino demostró con una salida eléctrica y una maniobra audaz que el talento puede, a veces, brillar más que la mecánica. Una lección de coraje en las calles de Marina Bay.

La luz se apagó. En el infierno húmedo de Singapur, donde el asfalto quema y un error se paga con el muro, dieciocho monoplazas rugieron. Entre ellos, el A525 de Franco Colapinto, un auto que en este tramo final del campeonato parece llevar un ancla. Pero en los primeros segundos, el argentino de 22 años logró lo impensable: que nadie mirara al que ganaría la carrera, sino a él.

Partió 16°. Una posición anónima, de lucha en la sombra. Pero Colapinto no leyó ese guion. Su tiempo de reacción, un relámpago de 0.29 segundos, fue superior al de sus rivales directos. Mientras Gabriel Bortoleto en el Sauber demoraba 0.37, el de Alpine ya había clavado el pie. En el lapso crítico entre el 0 y los 200 km/h, necesitó 5.23 segundos, una eternidad más veloz que los 5.32 del brasileño.

Fue en la primera curva, en ese caos controlado de frenadas y neumáticos al límite, donde Colapinto firmó su obra de arte. Se fue por la parte sucia, por donde la goma no ha limpiado la pista, un territorio de valientes. Con una precisión milimétrica, colocó su Alpine donde nadie esperaba que estuviera. En un abrir y cerrar de ojos, devoró tres posiciones. Superó a Bortoleto, se plantó delante del Aston Martin de Lance Stroll y le arrebató el lugar al Red Bull de Yuki Tsunoda. Tres coches, de equipos teóricamente superiores, quedaron atrás en un solo movimiento.

La cuenta oficial de la F1 no pudo evitar el elogio, destacando el "duelo de sudamericanos" y la salida espectacular. Alpine, por su parte, replicó el video con un mensaje que delataba orgullo: "Franco realmente dijo: ‘¡Mira esto!’".

La cruda realidad del rendimiento del A525, sin embargo, es inexorable. La carrera fue una larga agonía. La degradación de los neumáticos convirtió el resto del Gran Premio en un ejercicio de resistencia y frustración. Terminó 16°, el mismo lugar del que había partido, como si aquel destello inicial no hubiera existido. "Muy lento, muy despacio, lejos de los demás. Es una carrera muy larga y muy frustrante cuando te pasan todos y no podes hacer nada", fue su balance amargo.

Pero en la Fórmula 1, los detalles no mienten. Y ese arranque no fue un simple dato estadístico. Fue una declaración de principios. Un recordatorio para los jefes de Alpine, que aún tienen un asiento vacante para 2026, de que en ese auto va un piloto con los reflejos, el coraje y la ambición que no se pueden diseñar en una fábrica. Mientras el equipo busca respuestas en la ingeniería, Colapinto ya tiene la suya: está listo. Y en las calles de Singapur, aunque fuera por unos segundos, se lo hizo ver al mundo

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