
La noche en Santiago tenía el guion escrito para la hazaña. Lanús, con un fútbol sólido y pragmático, manejaba los hilos y se iba con un valiosísimo 2-0. Pero el partido, ese ser vivo e impredecible, tenía un narrador que decidió torcer el final. El árbitro brasileño Anderson Daronco no fue un mero aplicador del reglamento; se convirtió, según el relato de los protagonistas granates, en un actor con un libreto preparado.
Carlos Izquierdoz, el capitán, la cara más experimentada del plantel, no habló desde la rabia caliente de la derroba, sino con la frialdad de quien revela una verdad incómoda. Su denuncia no fue solo sobre la dudosa carga de Cardozo que terminó en mano y en penal. Fue mucho más grave: "Desde que inició el segundo tiempo, me venía diciendo 'le voy a cobrar penal al 30'. En todas las jugadas me decía lo mismo. Terminó haciendo lo que me había prometido". La frase, repetida con insistencia ante los micrófonos, pinta un cuadro aterrador: la justicia deportiva no solo erró, sino que anunció su parcialidad con media hora de anticipación.
El golpe no fue solo arbitral. La entrada al Estadio Nacional fue una escena de terror. Una piedra lanzada por la barbarie atravesó el vidrio del micro y pasó a centímetros de la cabeza de un jugador. Esa misma sinrazón que la U. de Chile arrastra como una condena, volvió a aparecer para recordar que el fútbol, a veces, se juega en el barro de la sinrazón.
Mauricio Pellegrino, desde su lugar de técnico sereno, completó el cuadro: "La imagen es elocuente". Y lo es. Pero más elocuente aún es la palabra de un capitán que no duda en cargar contra la honorabilidad de un juez. La "bronca" de la que habla Izquierdoz no es por el empate, sino por la sensación de que el partido estaba sentenciado.
Ahora, todo se define en La Fortaleza. Lanús vuelve a casa con la victoria robada, pero con la convicción de que su fútbol puede doblegar a cualquier rival, incluso cuando parece haber un guion predeterminado. La pregunta que flota en el aire es más pesada que cualquier resultado: ¿Fue Daronco un mal árbitro o simplemente un hombre de palabra?