
El aire en Avellaneda ya espesa. No es solo el frío de la noche, es el peso de una oportunidad única, la que solo aparece cada medio siglo. Este miércoles, desde las 21.30, el Cilindro no será un estadio, será un termómetro que medirá la fe contra la razón, la pasión contra el poderío. Racing, tras caer 1-0 en la inmensidad del Maracaná, vuelve a su fortaleza con una misión bíblica: resucitar. Del otro lado, Flamengo, un coloso acostumbrado a estas lides, llega para confirmar su jerarquía y sofocar un sueño que la Academia anhela desde 1967.
Gustavo Costas mira desde el banco el partido más importante de su carrera y del club en lo que va del siglo. Lo hace con la baja irreparable de Santiago Sosa, una pieza clave en su rompecabezas, fracturado por el golpe involuntario de su propio compañero, Marcos Rojo. La Academia tuvo el descanso de un fin de semana sin fútbol por las elecciones, pero ese silencio se rompió con la noticia de la operación de su mediocampista. Es una herida de guerra antes de la batalla definitiva.
Flamengo, en cambio, llega tambaleante. El sábado pasado, con varios titulares en cancha, cayó 1-0 ante Fortaleza y perdió la punta del campeonato brasileño. Suma su octava derrota en la temporada y arrastra una baja de similar magnitud: Pedro, su goleador estrella, no estará por una fractura en el antebrazo. El Mengao es un gigante, pero uno con los pies de barro. Su técnico, Filipe Luis, un hombre de partidos grandes como jugador, enfrenta el desafío más grande de su incipiente carrera en el banquillo.
Las luces de Fox Sports y Telefé iluminarán un drama con sabor a clásico. Piero Maza será el árbitro de una función que promete noventa minutos de puro vértigo. En el medio del campo, la ausencia de Sosa y Pedro redefine las tácticas. Costas evalúa si Di Césare o un Colombo recién recuperado cerrarán la zaga junto a un Rojo que carga con la responsabilidad de la baja. En el mediocampo, la duda es si Zuculini bajará de línea o si Nardoni tendrá la titularidad. Arriba, todo dependerá de si la mística de Solari y la garra de Adrián Martínez pueden quebrar la defensa rubro-negra.
Filipe Luis, por su parte, confía en la experiencia de Rossi en el arco, en la solidez de su línea de cuatro con Varela y Sandro por las bandas, y en la creatividad de De Arrascaeta para suplir los goles de Pedro. Carrascal y Plata tendrán la misión de dinamitar por los costados.
Pero esta noche no se decidirá en las pizarras tácticas. Se decidirá en el corazón. Racing juega por una revancha futbolística, pero también por una revancha histórica. Es la chance de borrar 58 años de espera, de volver a una final de la Copa Libertadores, de tocar el cielo con las manos en la misma cancha que los vio nacer. Flamengo, un habitué de las instancias decisivas, intentará evitar que el Cilindro se convierta en un infierno que devore sus esperanzas.
Todo está listo. La pelota está por rodar. Avellaneda contiene la respiración. Es una cita con la eternidad