22/11/2025  -  Noticias Varias
Miguel Berlini
Murió durante un implante dental en una clínica, en CABA
Hay dos médicos detenidos

Miguel Berlini, de 64 años, ingresó a una clínica de Belgrano para colocarse un implante dental, un procedimiento programado y de bajo riesgo.

Horas después, su familia recibió la noticia de que había muerto en el quirófano. Hay dos médicos detenidos, la clínica fue clausurada y la familia denuncia irregularidades y falta de información.

Lo que debía ser un procedimiento odontológico de rutina terminó convirtiéndose en una tragedia. Miguel Ángel Berlini, de 64 años, había llegado temprano a la Clínica Robles, en Belgrano, con la ilusión de resolver un tema dental que postergaba desde hacía meses.

Tenía todo en regla: los estudios prequirúrgicos, la indicación de su odontólogo y una mañana organizada para volver a su casa antes de la tarde. Horas después, su familia recibiría la noticia que jamás imaginó: Miguel había muerto en el quirófano

Un procedimiento que nunca debió terminar así

Miguel llegó a la clínica acompañado por su hermana Alejandra y sus dos hijas, Celeste y Camila. Los tres lo vieron ingresar a las 8.30. Él fue derivado a una habitación y ellas a otro espacio, donde esperaban recibir las novedades habituales de cualquier cirugía programada: el inicio, el avance, la recuperación. Pero nada de eso ocurrió.

Según relató Alejandra, a media mañana apareció por primera vez uno de los médicos, Marcelo Robles, dueño de la clínica. “Me dijo que lo iban a terminar de suturar y que lo llevarían a terapia para escanearle la boca”, contó. Esa explicación ya le había generado dudas: una paciente le comentó más tarde que a ella la habían escaneado directamente en la habitación. En ese momento, Miguel seguía en quirófano, pero la familia no tenía noticias.

Las horas siguientes estuvieron marcadas por la incertidumbre. Nadie informaba nada, los médicos no regresaban y el personal evitaba responder preguntas. Recién cerca de las 13.30, Alejandra vio llegar al abogado del médico: “Dijo ‘soy el abogado de Robles, me acaba de llamar’”. Para la familia, esa escena confirmaba que algo grave había pasado.

El anuncio que partió a la familia

A las 17.30, los dos médicos involucrados —Robles y José Miguel Galeano, cirujano maxilofacial— finalmente entraron al cuarto donde esperaba la familia. Les comunicaron que Miguel había sufrido un paro cardiorrespiratorio al finalizar la sutura y que habían intentado reanimarlo durante cuarenta minutos. Para Alejandra, ese relato abrió todavía más preguntas.

Ella recuerda haber consultado si habían utilizado un desfibrilador o medicación inyectable. “Me dijeron solo que le hicieron RCP con las manos, pero no me respondieron por qué no usaron electroshock”, explicó. Tampoco le dieron información sobre el tiempo transcurrido entre el paro y las maniobras realizadas.

El SAME certificó la muerte a las 16.40. La familia asegura que nunca pudo despedirse del cuerpo dentro de la clínica. Recién podrán verlo cuando la morgue lo autorice.

Una investigación en marcha y una familia que teme el silencio

La Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional Nº 59, a cargo de Martín Belloqui, ordenó el secuestro de la historia clínica, las credenciales profesionales, las cámaras de seguridad y todo el material vinculado al procedimiento. Además, dispuso la detención de los dos profesionales por homicidio culposo y la clausura judicial de la clínica.

Aun así, Alejandra teme que el caso se diluya. “Quiero que esto no le pase a nadie más. Necesitamos que se sepa lo que ocurrió”, dijo. La familia sospecha un exceso de sedación, aunque esperan el informe de autopsia para obtener precisiones. El prequirúrgico estaba en regla y Miguel no tenía antecedentes de salud.

Quién era Miguel Berlini: un hombre bueno, trabajador y querido

Entre la conmoción y el duelo, la familia intenta que su historia no quede reducida a lo que ocurrió en un quirófano. Miguel vivía en Villa Adelina, en el partido de San Isidro. Durante su vida trabajó en distintos rubros —desde kioscos hasta heladerías— y más tarde encontró estabilidad trabajando como chofer de Uber. Había conseguido comprarse un auto nuevo hacía poco tiempo, un logro que lo tenía especialmente orgulloso.

Su gran pasión era la cocina. En su cuenta de Instagram, @, mostraba sus preparaciones caseras: pan dulce, lemon pie, alfajorcitos de maicena, chocotorta. Su frase de presentación decía “Pastelería artesanal en Lingotes”, un proyecto que soñaba con ampliar. Sus publicaciones se mezclaban con fotos junto a sus hijas, sus sobrinos y sus primos, porque para él la cocina siempre estuvo ligada al amor y a los afectos.

“Quiero justicia por mi hermano”

La voz de Alejandra, quebrada pero firme, resume el sentimiento de toda la familia. Lo que piden es claro: explicaciones, transparencia y justicia. No buscan revancha sino respuestas. Necesitan entender qué pasó, por qué nadie informó nada durante horas y qué falló en un procedimiento que, aseguran, no debía implicar ese nivel de riesgo.

Mientras avanza la investigación, la familia de Miguel intenta sostenerse entre ellos, compartiendo recuerdos, recetas y anécdotas de un hombre que vivía con sencillez y generosidad. Dicen que ésa es la parte de su historia que quieren preservar: la del padre amoroso, el hermano fiel, el amigo atento. La del hombre que cocinaba para los demás porque era su forma de dar cariño.

Hoy su nombre está asociado a un caso judicial. Pero para quienes lo conocieron, Miguel Berlini es —y seguirá siendo— la mezcla cálida de todo lo que dejó: trabajo, familia, dulzura y una vida que no debía haber terminado así.


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