
El sueño europeo y la promesa truncada
Hijo del gran "Cocho" López, su destino en las pistas parecía escrito. Con apenas 15 años, en 1995, inició su camino en la Fórmula Renault. Su irrupción en Europa fue arrolladora: ganó en su debut absoluto en la Fórmula 3 Italiana en Vallelunga, en 1999. "Fue el domingo más feliz de mi vida. Siendo debutante, me fui siendo líder del campeonato", rememora, con la emoción intacta. Entre sus rivales de entonces, nombres de la talla de Jenson Button y Takuma Sato.
El horizonte se pintaba de colores Benetton. Tenía un precontrato para unirse a la academia del equipo y competir en la Fórmula 3000, el último escalón antes del salto definitivo. La estructura era la base de lo que hoy es Alpine. "La idea era hacer seis pruebas en la F1 y todo ese año de Fórmula 3000", relata. Pero la historia argentina, caprichosa y cruel, intervino. "Me volví de vacaciones para fines de noviembre y me acuerdo que el 3 de diciembre explotó todo con el corralito. Los cambios de Gobierno y la historia que todos sabemos". El sueño de la F1 se derrumbó por una crisis ajena, externa, que le resultaba incomprensible a sus 21 años.
El regreso a casa y la "depresión" del desarraigo
Volver no fue fácil. "Tal vez no era lo que más quería. Al principio estaba deprimido un poco por lo que había pasado, porque no entendía nada". Confiesa que nunca fue un amante del automovilismo local, pero su padre lo impulsó. "Mi viejo me dijo: ‘Bueno, me sumo al equipo de Alfa Romeo en el TC 2000’". Fue un aterrizaje forzoso en el turf nacional, que luego continuó en el Top Race con una experiencia única: un equipo con los colores de River Plate, presentado en el Monumental, donde fue compañero de Juan María Traverso.
La vida, sin embargo, le tendría otra oportunidad en el Viejo Continente. De forma casual, surgió una chance en Gran Turismo con Ferrari. "No me contrataron, pero no me hacían pagar nada tampoco". La oportunidad se transformó en un título en España y en el honor de vestir la escudería de Maranello de forma oficial. "Tuve la posibilidad de ser piloto de Ferrari. La verdad que eso sirvió también para estar donde estoy hoy".
De la cabina al micrófono: una transición natural
Hasta desarrolló el primer auto de Fórmula E, pero su rol actual llegó de forma orgánica. "Se fue dando medio de forma natural, no fue buscado ni preparado". Comenzó con algunas apariciones en Fox y, con el nacimiento de su hijo, priorizó la estabilidad. "No quería estar tanto tiempo afuera". Esa transición se convirtió en su presente: la voz experta que, desde el living de millones de latinoamericanos, analiza cada curva, cada adelantamiento, cada estrategia de la F1.
Cochito López no llegó a ser piloto de Fórmula 1, pero la categoría máxima nunca lo dejó ir. Factores externos truncaron una carrera prometedora, pero no pudieron apagar su pasión. Hoy, desde el otro lado del micrófono, con la experiencia vivida en su mochila y esa sonrisa que nunca perdió, escribe un capítulo tan valioso como el que soñó en sus años de adolescente. Su historia es la de un talento argentino que supo reinventarse, encontrando en la palabra el camino para seguir compitiendo