
El sorteo del Mundial de Rugby Australia 2027, el primero para 24 equipos, dibujó el mapa que Los Pumas deberán recorrer. El equipo de Felipe Contepomi cayó en el Grupo C, una zona que, en papel, no presenta los escollos de otras. Fiyi, España y Canadá serán los rivales de la fase inicial, un trío que la selección argentina tiene la obligación de superar para aspirar a lo máximo.
Sin embargo, el verdadero desafío se plantea una vez cruzada esa primera puerta. El formato renovado, con octavos de final por primera vez, es un laberinto de posibles cruces con los pesos pesados del planeta. Terminar primeros en el Grupo C es imperativo, pero no garantía de un viaje tranquilo. Ese primer puesto llevaría a un octavo de final contra el tercero de los Grupos A, E o F. Superado eso, en cuartos aguardaría, con alta probabilidad, el vencedor del Grupo D: Irlanda, la bestia negra de los últimos años y una de las selecciones más consistentes del mundo.
Si el sueño sobrevive a ese muro, la semifinal podría deparar un choque con el ganador del Grupo F, donde Inglaterra y Gales se perfilan como candidatos. Y en la cima de la montaña, esperando como posible verdugo final, podrían estar los anfitriones: Australia, revitalizados en casa y ávidos de gloria.
La alternativa, quedar segundos en el grupo, es un camino aún más espinoso. Esa posición lanzaría a Los Pumas directamente a un octavo de final contra el segundo del temible Grupo F (Inglaterra o Gales), una prueba de fuego anticipada que cualquier estratega querría evitar.
Mientras Argentina analiza su ruta, el torneo en sí promete ser una fiesta expansiva. Siete sedes a lo largo del vasto territorio australiano –desde Perth hasta Sídney– recibirán los 52 partidos, un récord histórico. El sorteo dejó grupos de muerte como el D, con Irlanda, Escocia y una Uruguay en ascenso, y el A, donde los All Blacks compartirán zona con los anfitriones Wallabies, en un duelo cargado de historia.
Los Pumas, cabeza de serie en el sorteo, tienen el dibujo sobre la mesa. Un grupo accesible es el punto de partida, pero la travesía hacia el 13 de noviembre y la final en Sydney Football Stadium está plagada de gigantes. La gestión de Contepomi y la madurez de una generación dorada tendrán casi tres años para preparar la nave. El destino, ahora, depende de ellos