08/12/2025  -  Deportes
El cambio que enfrió el alma xeneize y calentó la polémica
La incomprensible salida de Exequiel Zeballos, la figura de Boca hasta ese momento, no solo descolocó a su propio equipo y generó un gesto de frustración de Paredes: fue el respiro que necesitaba Racing, que lo admitió sin vueltas. En medio de la eliminación, la sombra de la duda sobre Úbeda ya planea en la Bombonera.

El partido estaba en un puño, con ese tembladeral eléctrico que sólo un clásico de semifinal puede tener. En un Boca que buscaba con desesperación el gol, una sola chispa parecía mantener viva la llama: Exequiel Zeballos. Con cada frenada, cada giro, cada arrancada, el “Changuito” era el dolor de cabeza constante para una defensa de Racing que se estiraba hasta lo indecible. Hasta que, en el minuto 71, el tablero del estadio mostró el número 19. Zeballos salía. Y con él, parece, se fue gran parte de las chances xeneizes.

La imagen habló por millones: Leandro Paredes, en el campo, no pudo disimular un gesto de profundo desconcierto, mezcla de incredulidad y fastidio. Del otro lado, en los rostros de Racing, casi se podía leer un suspiro de alivio. Lo que para el técnico Claudio Úbeda fue un cambio “por cansancio”, para sus rivales fue un regalo inesperado. Un giro táctico que, lejos de ser un detalle, terminó siendo el punto de quiebre de una noche amarga para Boca y dulce para la Academia.

No hicieron falta filtraciones ni análisis complejos para confirmarlo. Los propios protagonistas de Avellaneda lo dijeron sin tapujos. Marco Di Césare, defensa central, fue claro: “Gracias a Dios sí porque la estábamos pasando mal, creo que venía siendo uno de los más desequilibrantes”. A su lado, Gabriel Rojas completó el diagnóstico: “Cuando le costó salir fue a favor nuestro”. Hasta el sereno Gustavo Costas, evitando meterse en cuestiones ajenas, no pudo evitar una sonrisa pícara y un “sí” cuando se le preguntó si el cambio les había facilitado las cosas.

La pregunta, entonces, queda flotando en el aire quieto de la Bombonera vacía: ¿por qué? ¿Por qué sacar al único jugador que, con pases filtrados y gambetas en zona de riesgo, estaba generando peligro real? En un partido de vida o muerte, la decisión de retirar al desequilibrante natural del equipo no solo apagó el ataque, sino que envió un mensaje de conformidad que contrastó con la urgencia del resultado. La llegada de Alan Velasco, sin ritmo desde hacía dos meses, no logró llenar ese vacío.

Ahora, con el polvo asentado y la eliminación consumada, el foco inevitablemente se desplaza hacia el banco. La continuidad de Claudio Úbeda al mando para el ciclo 2026 queda bajo un microscopio gigante. Cada decisión será diseccionada, y esta, la de Zeballos, pesará como una losa en el balance. Mientras el plantel xeneize retorna a los entrenamientos a la espera de definiciones, Racing aguarda a su rival final, con la certeza de que un acierto ajeno les allanó el camino en el momento justo.

La historia de esta semifinal, en los libros, dirá que la ganó Racing con un gol de penal tempranero. Pero en la memoria de los hinchas, y en el reconocimiento sincero de sus jugadores, quedará grabada otra jugada clave: la noche en que Boca, inexplicablemente, decidió apagar su propia luz

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