
El aire en River Plate es de reconstrucción. Un año sin títulos dejó una herida que pica y la dirigencia, en sintonía con Marcelo Gallardo, ya mueve los hilos del mercado con la mira puesta en la próxima temporada y la inminente aventura en la Copa Sudamericana. En el imaginario colectivo de Núñez, un nombre brillaba con luz propia: Claudio "El Diablito" Echeverri. Sin embargo, ese sueño de redención se está transformando, día a día, en un espejismo lejano.
La travesía europea del chaqueño se convirtió en un calvario de banco y tribuna. Arribó al Manchester City entre halagos, pero Pep Guardiola nunca lo tuvo en sus planes. La cesión al Bayer Leverkusen, lejos de ser el salvavidas, replicó el mismo patrón de invisibilidad. Once partidos discretos y una sola asistencia resumen su paso por la Bundesliga, un saldo tan magro que llevó al City a cortar anticipadamente su préstamo en Alemania. El jugador, frustrado y con la mirada puesta en el lugar donde explotó, anhela un regreso a River. Quiere minutos, quiere confianza, quiere a Gallardo. Su voluntad es clara. Pero en el fútbol moderno, la voluntad de los jugadores suele chocar contra el hierro de los grupos económicos.
Y la del City Group es otra. Prefiere redirigir el talento de Echeverri dentro de su propio ecosistema. El destino que hoy pica en punta es Girona, el club catalán que ya había mostrado interés en el mediocampista en el pasado. Allí creen que puede encontrar la regularidad que le fue negada en Inglaterra y Alemania. Esta pulseada entre el deseo del futbolista y la estrategia del holding dueño de su pase define el presente del Diablito. Incluso Pep Guardiola dejó entrever su malestar con la situación, lanzando una afilada indirecta hacia el entorno del jugador: "Esa es una pregunta para su bello agente...", ironizó el técnico cuando se le consultó sobre el futuro del argentino.
Ante este panorama, River no puede esperar. La ilusión por Echeverri se mantiene latente, pero la cruda realidad del mercado obliga a mover otras fichas. El nombre que genera consenso en el cuerpo técnico es el de Gianluca Prestianni, la joya ex Vélez hoy en Benfica. No obstante, las tratativas están lejos de ser sencillas. El club portugués no parece dispuesto a facilitar una cesión a Sudamérica, y ya rechazó una primera oferta de préstamo con opción de compra parcial.
Mientras esa puerta se entrecierra, otra se abre con más fuerza. El que hoy se perfila con mayor potencia para sumarse al plantel millonario es Fausto Vera. Las negociaciones con el Atlético Mineiro avanzan con buena onda tras una primera oferta rechazada. El club brasileño pide un poco más, River prepara una nueva propuesta y el propio futbolista ya dio su sí al regreso al fútbol argentino para vestir la banda roja. Su perfil de volante central de marca y entrega encaja en una necesidad urgente del equipo.
Así, entre sueños lejanos y realidades concretas, River Plate teje su futuro. El relato del prodigio que quiere volver a casa queda, por ahora, en suspenso, relegado por la fría geometría del poder futbolístico. El Diablito mira desde lejos, pero en Núñez ya están ensayando otros nombres para la resurrección. La pretemporada en San Martín de los Andes, que se avecina, empezará a escribir esa nueva historia, con o sin él