27/12/2025  -  Deportes
El Mou-ris: Mourinho ataja el tocado del Barça
El entrenador portugués clausuró personalmente cualquier operación por Otamendi al exigir a Rui Costa la renovación inmediata del capitán argentino. La leyenda albiceleste, clave institucional en Lisboa, define su futuro entre la estabilidad familiar y un último desafío en Europa.

El teléfono no dejó de sonar en las oficinas del Estadio da Luz. Del otro lado del hilo, desde Barcelona, una voz tentadora preguntaba por condiciones, por posibilidades. Pero la respuesta, antes de que la pregunta se terminara de formular, ya estaba sellada en el corazón del club y, sobre todo, en la voluntad expresa de su entrenador. José Mourinho, en un gesto que mezcla la astucia táctica con la lealtad hacia un soldado de trinchera, se plantó frente al presidente Rui Costa y exigió la continuidad de Nicolás Otamendi. El interés del Barcelona por el campeón del mundo de 37 años chocó contra un muro portugués construido con convicción.

La noticia del posible fichaje, ventilada por medios catalanes que ubicaban a Otamendi en una lista corta de refuerzos defensivos para enero, encendió todas las alarmas en Lisboa. Pero lejos de generar dudas, activó un protocolo de retención. Mourinho, quien desde su llegada ha convertido al veterano zaguero en el eje moral y futbolístico del equipo, no estaba dispuesto a ni siquiera escuchar ofertas. Según confirmaron fuentes internas al diario luso A Bola, el técnico fue taxativo: Otamendi debe renovar su contrato, que vence en junio, y continuar. La petición fue personal y directa al presidente.

La figura de “El General” trasciende lo deportivo en el Benfica. Es una leyenda viva, homenajeado recientemente por sus 250 partidos, y un símbolo de profesionalismo extremo. Mourinho lo ha erigido en el ejemplo absoluto. Tras un partido reciente, mostró a todo el plantel un video del minuto 95: Otamendi, con el partido definido, corrió 75 metros en una contra para despejar un balón. “Eso es lo que quiero. Eso es Benfica”, habría sentenciado Mou. Para el entrenador, la edad cronológica es un dato anecdótico frente a la juventud competitiva que ve en el argentino. “Nico es joven”, ha repetido en ruedas de prensa, elogiando su cuidado físico y su mentalidad de “prefiero morir en el campo que perder”.

Esta visión es compartida al milímetro por Rui Costa. En declaraciones públicas durante una gira por Estados Unidos, el presidente ya había dejado clara su intención: “Mantener a Otamendi al menos un año más”. Y lo definió sin ambages: “Un profesional de excelencia”. El interés del Barça, por lo tanto, llega tarde. Las conversaciones para la renovación ya estaban en marcha antes de que se filtrara el rumor, demostrando que el club ve al capitán como un pilar insustituible, no como un activo transferible.

El escenario personal juega también a favor de la continuidad. Otamendi, su esposa y sus hijos están plenamente adaptados y felices en Lisboa. La estabilidad familiar es un factor de peso para un jugador que, si bien mantiene la ambición de llegar al próximo Mundial y evalúa cada desafío, valora el reconocimiento y el cariño que recibe en Portugal. Una extensión hasta 2026, que es lo que el club pretende, le daría esa paz necesaria para seguir rindiendo al máximo.

El Barcelona, que busca urgencia defensiva, deberá tachar el nombre de Otamendi de su lista. La operación, tal como se percibía en Cataluña, era compleja. Ahora es, directamente, imposible. Mourinho ha cerrado el mercado para su capitán. El futuro de Nico, en este invierno europeo, no se decide en las mesas de negociación de Barcelona, sino en la confianza absoluta que emana del banquillo y la presidencia del Benfica. Y esa confianza, hoy, es un muro infranqueable

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