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“Empecé con dolor de cabeza tres días antes de la fecha probable de parto, a comienzos de mayo. Busqué una farmacia que me tomara la presión, pero varias me dijeron que no, que en pandemia no. Por suerte una dijo que sí, y ahí dió presión alta. Así que me internaron, un día de inducción y terminamos en cesárea... Mi presión, por las nubes”, relata Analía, doctora en matemática y profesora universitaria, y flamante madre de Renata. Pasó los dos últimos meses de embarazo en cuarentena, así como el parto y los primeros meses de vida de su hija.
Laura vive en Ituzaingó; su hijo Tomás nació por cesárea en el Sanatorio Otamendi a comienzos de mayo: “Para los últimos controles (que hicimos en el IADT) teníamos que pedir el permiso para circular y tardábamos mucho en llegar a la Ciudad de Buenos Aires para hacerlos; de hecho, una vez en particular no pude ir a hacerlos porque mi médico atendía en horario reducido y no llegaba a mostrárselos”.
Gestar y parir en pandemia
“Turnos que se cancelan, estudios que se suspenden y no tienen fecha precisa, miedo a ir a una guardia, consultas sin respuestas, imposibilidad de acudir acompañadas a una ecografía y, en muchos casos, llegar al momento del parto y/o la cesárea rodeadas de personas desconocidas, con barbijo y protocolos poco claros”, describe la situación de gestar y parir durante el aislamiento Julieta Saulo, psicóloga social, especialista en lactancia y crianza, y presidenta de Las Casildas Asociación Civil.
“El quirófano o... Un viaje a la nasa: todos con barbijo, antiparras y máscara. Me hablaban y no sabía cuál de las diez personas era”, ejemplifica Analía.
En el contexto de aislamiento social, preventivo y obligatorio desde Las Casildas se propusieron relevar esta situación a través de la encuesta Gestar y parir en contexto de pandemia. Según los datos parciales recabados (754 casos), al 69% de las mujeres les cancelaron los turnos y estudios, y al 59% no les ofrecieron ningún tipo de solución. Con respecto a los nacimientos el 43% fueron inducidos, el 50% fueron por operación cesárea; y de esas cesáreas, el 38.5% fueron programadas, y en el 31% de los casos las mujeres fueron separadas de sus hijos/a después del nacimiento.
Verónica Marcote, puericultora, doula, creadora del grupo Para saber con quién parimos y autora de Nosotras Parimos. Guía para un parto respetado (Paidós), aporta: "Las mujeres se encuentran solas para entrar a ecografías y consultas sin acompañante y sucede que se acrecienta la falta de relación con el/la obstetra, ya que dependiendo del tiempo de gestación donde las tomó la cuarentena, algunas perdieron controles, otras los tuvieron por videollamada y, en los casos donde fueron presenciales, faltó tiempo para hablar de dudas y consultas. Más complicado es para quienes no están conformes con el equipo o institución, ya que es muy dificultoso conseguir turnos o cambiar de equipo profesional". Y cuenta: "Acompañé a una mujer con un embarazo avanzado que quedó varada en Buenos Aires, con su familia, médico y pareja esperándola en su lugar de residencia, en el sur de nuestro país. Por suerte movimos una red enorme para colaborar con su regreso y pudo volver a pocos días de parir".
Soledad afectiva e incertidumbre
“Todos me decían que no compre ropa de recién nacido, que me iban a regalar, así que mis compras fueron poquito de recién nacido y más de tres y seis meses. Pero... Claramente recibimos pocos regalos, nos guardamos y nadie nos pudo ver. Además, como soy madre primeriza, esperaba visitas en mi mes de licencia (previo al parto) que me ayudaran con lo que faltaba comprar y organizar... Tampoco pudo ser. Por suerte me habían dado una bolsa de ropa prestada. Y digo por suerte porque la gorda, por ejemplo, no tenía medias, ni abrigo, ni manta, entre otras cosas que esta madre primeriza no llegó a comprar”, relata Analía.
Violeta Vázquez, puericultora, directora de PyC Enseñanza Integral en Puericultura y autora de Dar la teta (DNX) y Leche de Madre -guía para una lactancia informada y desprejuiciada- (Planeta), opina: “Las mujeres atraviesan el embarazo -que de por sí es una ventana de vulnerabilidad psíquica, donde afloran miedos esperables- en soledad afectiva y en plena incertidumbre. Algunas familias incluso se plantean el parto en casa, no por deseo, sino por miedo a exponerse al sistema de salud; tienen miedo por la salud propia y la de sus hijos, pero también miedo por no poder contar con su doula y muchas veces afrontar consultas médicas y ecografías en total soledad”.
Y agrega: “Si tuviéramos presente la evidencia que demuestra el valor de estar acompañada y sostenida emocionalmente, como la disponibilidad del contacto irrestricto con sus bebés y la promoción de la lactancia materna, nadie se animaría a interferir en ello. Tal vez deberíamos iniciar un debate acerca de si es correcto parir y nacer en instituciones especializadas en patología y enfermedad, cuando en otros países existen las casas de parto”.
El dolor del abrazo pospuesto
“Después del parto, en la habitación, nos olvidamos de la pandemia: éramos tres, felices de estar solos y juntos, nada más importaba. Pero en casa se hizo más difícil llevar los días y sentir las ganas de verla de muchas personas. Ella crece sin parar y sólo nosotros la disfrutamos. Duele un montón. Esperamos que todo pase y la familia y amigos le puedan dar amor ‘no virtual’”, señala Analía. Laura coincide: “Lo mejor fue estar en la clínica solo nosotros tres y poder conectar -tanto ahí como en la vuelta a casa- y conocernos sin intromisiones. Lo peor, después, cuando marido volvió a trabajar y ni mamá ni hermana me pueden ayudar, además de que la familia no conoce a mi hijo”.
“Además de sentirse a la deriva, a muchas mujeres les genera una profunda angustia el no saber cuándo su familia podrá conocer a su bebé -dice Julieta Saulo-. ‘Nadie jamás lo vió. Pensar que la última vez que vi a mi mamá estaba por parir y quizás nos volvamos a ver cuándo mi hijo comience a comer sus primeras comidas’, me decía una mujer a la que atiendo”.
Hacer red… ¿Virtual?
Durante el embarazo y el puerperio “hacer red” es una sugerencia repetida: talleres de mapaternidad y crianza en tribu se multiplicaron en los últimos años. Charlar con otros y conocer lo que le pasa nos hace sentir menos solos, así como ver en toda su dimensión que “Hoy no es siempre” (tal como lo expresa Sabrina Critzmann en el título de su libro). ¿Qué decirles a esas mujeres gestantes, que transitan embarazos en cuarentena, que quizás deben ir solas a la consulta o a la ecografía, en una situación que probablemente no es lo que habían imaginado?
“Les sugeriría hacer red a pesar de la distancia, aprovechar la infinidad de formas nuevas que aparecieron en este contexto para comunicarnos y repetirnos el mantra que usamos en cuestiones de crianza: ‘Esto también pasará’”, sugiere Saulo, también directora de los servicios de puericultura de ACADP.
En ese sentido, lo virtual se hizo habitual y se suman los grupos de atención on line. Muchos de ellos son gratuitos, por ejemplo, en la escuela PyC Puericultura, que ofrece atención en lactancia y crianza online, o en la Asociación Civil Argentina de Puericultura (ACADP), que brindan una Atención Virtual en Contexto de Pandemia (consultorio@acadp.org.ar).
"Es esperable que aumente la ansiedad y la angustia, y también los desbalances de sueño y alimentación. Recomendamos conectarnos con actividades creativas, limitar el acceso a las noticias y rodearse de estímulos tranquilizadores, comida rica, llamadas con amigas y descanso”, sugiere Violeta. Y cierra: “Debemos saber que no será infinito y que todos esto también pasará. Podemos aprovechar la falta de exigencia laboral fuera de casa para anidar. El embarazo y el puerperio son experiencias que nos aíslan de los círculos sociales y nos piden reposo y desintoxicación ambiental y vincular. Esperemos pronto poder retornar a los abrazos con aquellos que no vemos”.