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Las expectativas sociales con respecto a la mapaternidad evolucionan: ya no se trata sólo de interactuar con los hijos, sino de entender sus necesidades, preferencias, miedos y preocupaciones. Y todo esto, mientras la idea de lo que es una familia (su estructura, su función y sus valores) evoluciona, la representación social de los géneros se ve desafiada, y la tecnología atraviesa de par en par tanto la vida de los adultos, como (¡quizá más!) la de los chicos.
En este contexto, contar con información adecuada nos ayuda a desarrollar habilidades parentales, reducir comportamientos rígidos, y regular el estrés asociado a la experiencia de criar. Distintos estudios científicos han hallado, de hecho, que sentirnos más capaces en el rol de cuidadores fortalece no sólo nuestra aptitud para responder a las necesidades de los chicos, sino también la propia salud mental adulta.
Veamos entonces algunos desafíos actuales en la crianza, por qué son tan importantes, y qué habilidades nos permitirán cuidar bien a quienes más queremos.
El asunto no es sólo que los chicos noten o no a sus padres distraídos. Algunas investigaciones hallaron que cuando los adultos usan excesivamente el celular frente a sus hijos, los más pequeños comienzan a competir con el objeto por la atención parental. Y si el modo que encuentran de destacarse es a través de conductas de riesgo, el peligro será mayor: al estar concentrados en la pantalla, nuestra capacidad de respuesta se enlentece.
Este mismo problema, además, se complejiza en distintos momentos de nuestra rutina diaria: si respondemos mensajes mientras manejamos, por caso, no solo ponemos en peligro a quienes viajan con nosotros; también modelamos una práctica poco segura y fácil de aprender, sobre todo en adolescentes que comienzan a manejar e incorporan hábitos de quienes les enseñan: sus padres.
Consejos:
¿Quién no pidió a un niño que se vaya a bañar y se encontró con respuestas de este tipo? Ahora existe incluso una versión “gamer”: “una partida más y apago”. La frecuencia de estas respuestas no debiera sorprendernos: la investigación muestra que el general de los chicos tarda en cumplir al menos un tercio de los pedidos parentales. Ciertas conductas de desafío son también formas saludables de expresar deseos de autonomía, y nos ofrecen la oportunidad de perfeccionar el modo de pedir las cosas.
Consejos:
Solemos preguntarnos cómo reaccionar antes malas conductas, o qué palabras usar para que un chico deje de hacer algo peligroso. Y es cierto que en esos casos debemos intervenir. Pero existe un camino distinto y complementario, aunque muchas veces subestimado: la atención positiva a las buenas conductas. El uso de elogios orienta a los niños hacia el desarrollo de nuevas habilidades y una imagen positiva de sí mismos. Además, requiere poco tiempo y mucho menos esfuerzo que retar. Felicitar buenas conductas (no sólo las sobresalientes… jugar tranquilos o hacer tareas sin protestar también merecen valoración) es tan importante como poner límites, y uno de los mejores recursos para fortalecer la relación con los chicos.
Consejos:
Más allá de promover buenas conductas a través de indicaciones claras y uso de elogios, hay momentos en los que toca establecer límites como respuesta a conductas inapropiadas o peleas. Esto ocurre en todas las casas, por lo que nuestro primer desafío es no tomarlas como ataques hacia nosotros. Quizá, incluso, podemos convertir estos episodios en oportunidades de aprendizaje para los chicos, en los que exploran los límites de su entorno y aprenden cuán consistentes somos en la puesta de límites.
Consejos:
Buscamos proteger a los chicos ante los peligros de la vida, y esa tendencia se acentúa en situaciones de crisis. Pero si suceden cambios al interior de la familia o en la sociedad (como ocurre en el actual contexto de pandemia) y los chicos no son informados intentarán darle un sentido por sus propios medios. Nuestra naturaleza es darle un significado a todo lo que vivimos, y eso incluye tanto a grandes como a chicos.
¿Conversamos acerca del COVID-19 con los chicos? ¿Sabemos qué sienten? ¿Saben ellos qué sentimos? Si generamos las condiciones para que los niños se expresen, no los dejamos afrontando emociones difíciles por sus propios medios. La comunicación sensible y efectiva en momentos de desafíos vitales conlleva beneficios a largo plazo en el bienestar no sólo del niño sino de todo su sistema familiar.
Consejos:
6. Ciudadanía digital: ¿cómo integrar la tecnología digital a la cultura, valores y reglas familiares?
Primero comprendamos que la vida que los jóvenes llevan “online” es una extensión de sus vidas fuera de internet. Si gastamos nuestra energía únicamente en establecer una cantidad máxima de horas para jugar perdemos la oportunidad de enseñar a los chicos a transitar la vida digital cuidándose a sí mismos y cuidando a los demás. Para no abordar el tema a ciegas, entendamos primero qué está sucediendo en el paisaje digital: cuáles son las redes sociales más populares, en qué consisten, qué oportunidades y riesgos ofrecen (algunos usan las redes para comprar productos, otros para promover el cambio social o medioambiental), y cuáles son las nuevas formas de socialización.
Consejos:
Distintos estudios científicos se han preguntado qué podemos hacer los adultos para prevenir el consumo de sustancias en jóvenes. Los hallazgos ponen el foco en el estilo de comunicación, la identificación de los motivos que llevan al consumo, y la pregunta acerca de qué comportamientos enseñamos: la presencia de alcohol en la mesa familiar, por ejemplo, normaliza el consumo y lo pone en el lugar de un hábito lógico. En cuanto a los motivos, no todos los jóvenes se ven tentados a tomar por la misma razón: algunos piensan que encontrarán diversión o dejarán de sentirse tristes; otros suponen que harán amigos más fácilmente; y no son pocos los que creen que así “no quedarán mal con los demás”.
Consejos:
8. Orientación sexual: ¿cómo lograr que los jóvenes se sientan apoyados cuando comunican su orientación sexual?
Para muchos adolescentes hablar con sus familiares (especialmente con los padres) respecto de su orientación sexual es una decisión importante. Los temores percibidos y las consecuencias negativas reales (como la culpa y el rechazo) convierten a este momento en un verdadero desafío a nivel psicológico. Cuando un joven comunica a sus padres que se identifica con alguna orientación sexual y/o identidad de género en particular está decidiendo ser fiel a quien es y manejarse con honestidad.
Consejos:
9. Beneficios del juego para el desarrollo psicosocial
La rutina del día a día a veces dificulta encontrar momentos para jugar con los chicos debido a las responsabilidades del mundo adulto, los compromisos escolares, etc. En ese contexto sentarse a jugar puede terminar como la última de las prioridades. Pero jugar con los chicos puede traer muchos beneficios: ayuda a construir lazos más fuertes, da la oportunidad de aprender a resolver problemas en un marco más relajado, explorar la imaginación, aprender a comunicar pensamientos, emociones y necesidades. Cuando jugamos con los más pequeños tenemos la oportunidad de responder con calidez y validación, y de ese modo promover en ellos el sentimiento de ser capaces de alcanzar logros.
Consejos:
10. Influir positivamente en los hábitos alimentarios
Nuestras acciones y actitudes tienen efectos concretos en los hábitos alimentarios de los más jóvenes. Nuestro propio comportamiento al comer, las reglas que establezcamos (qué se puede comer, dónde, cuándo) o las palabras que usemos: por ejemplo, el tipo de adjetivos que usemos delante de los chicos para describir un alimento ("rico", "horrible", "delicioso", "aburrido"). En definitiva, lo que pareciera jugar un rol importante es el modo en que nosotros mismos nos relacionamos con la comida.
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