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POLÍTICA
Santiago Cafiero ejecutó en New York una agenda diplomática que exhibe las pretensiones geopolíticas de Alberto Fernández
Frente al silencio de Cristina Fernández de Kirchner y la hoja de ruta que despliega Sergio Massa, el presidente ha puesto foco en las relaciones exteriores e instruyó al canciller que multiplique los contactos con diferentes países que habitualmente tienen intereses distintos y hasta enfrentados con la Argentina
Sábado, 24 de Septiembre del 2022 - 17:01 hs.
Santiago Cafiero ejecutó en New York una agenda diplomática que exhibe las pretensiones geopolíticas de Alberto Fernández

Santiago Cafiero sabe que siempre juega con negras. Argentina es una pieza pequeña en el tablero de ajedrez internacional y muchísimas veces abandonó la partida sin saludar al rival. Pero el canciller intenta recuperar la confianza perdida durante años, a pesar de los conflictos domésticos y las internas palaciegas que lo obligan a caminar con cautela por los flancos de la política exterior.

Denis Moncada es el canciller de Nicaragua, una dictadura manejada por Daniel Ortega y Rosario Murillo que Alberto Fernández condena en los foros internacionales y siempre excluye en sus discursos oficiales. “No nos gusta señalar a nadie, por eso no nombramos a Nicaragua”, comentan en las cercanías del Presidente, como si no fuera clave que las sistemáticas violaciones a los derechos humanos ejecutadas por Ortega aparezcan condenadas en todas las presentaciones del jefe de estado ante la ONU, la OEA, la Cumbre de las Américas y la CELAC.

Esa peculiar manera de Alberto Fernández de reprobar a un régimen dictatorial en los foros globales y omitir a los responsables en sus propios discursos habría motivado que el canciller nicaraguense Moncada decidiera participar de un evento organizado por el Gobierno en New York para fundamentar la candidatura del ex campo de concentración de la ESMA como Patrimonio Mundial de la UNESCO.

Pero Moncada no actuó solo: aprovechó una invitación oficial de la representación argentina en la ONU para consumar su acción política. Sin la invitación, no hubiera podido ingresar al consulado en New York. Aún más: la embajadora ante la ONU, María del Carmen Squeff, jamás informó a Cafiero que había invitado a Moncada. Y Moncada intentó sacarse una foto junto a Alberto Fernández, mientras el presidente recorría la muestra de fotografías de la Ex Esma montada en el consulado.

-Eh, usted que hace aquí. Afuera!!-, le gritaron al canciller de Nicaragua. Moncada retrocedió en silencio y se acomodó entre los invitados especiales. Pero el locutor oficial lo nombró y quedó definitivamente al descubierto.

“Cuando escuché que estaba no lo podía creer. Y pensé: ´¿quién carajo lo invitó?’”, dijo el canciller a su círculo íntimo.

El canciller Denis Moncada en el consulado argentino en New York cuando Alberto Fernández daba su discurso recordando la violación de los derechos humanos durante la dictadura
El canciller Denis Moncada en el consulado argentino en New York cuando Alberto Fernández daba su discurso recordando la violación de los derechos humanos durante la dictadura

Estos juegos de palacio complican la agenda diplomática de Cafiero. El ministro de Relaciones Exteriores trata de hacer equilibrio en la arena internacional y en el pantano de la Casa Rosada, mientras que sus colegas de los países importantes para la Argentina tratan de discernir si las contradicciones internas del Gobierno son política de Estado o el resultado de las diferencias ideológicas entre el Presidente y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Cafiero estableció una cercanía diplomática con Antony Blinken, secretario de Estado de Joseph Biden. En Washington ya conocen la lógica de la Casa Rosada, y entienden el constante balance de poder que debe exhibir el canciller cuando interactúa con los Estados Unidos.

Blinken y Cafiero se encontraron tres veces en New York para debatir asuntos vinculados a los derechos civiles, la seguridad alimentaria y la soberanía argentina en el Atlántico Sur, que el Reino Unido depreda desde la ocupación de las Islas Malvinas.

El Departamento de Estado permanece en guardia con la República China y su estrategia de avance sobre América Latina a través de créditos blandos, apertura de su mercado doméstico e inversiones millonarias en obra pública.

Cafiero conoce esta línea roja y siempre explica a Blinken que la Cancillería argentina apunta a una diplomacia multilateral que acepta el peso propio de Estados Unidos en la región.

Ese reconocimiento implícito provoca ruidos internos con La Cámpora y el kirchnerismo duro. El ala más dogmática del Frente de Todos no entiende cómo se construyen consensos bilaterales y abjuran cada vez que Cafiero aparece una foto con Blinken.

El Palacio San Martín y el Departamento de Estado han logrado sintonía en una agenda vinculada a los derechos humanos, el cambio climático y la no proliferación, tres asuntos clave en política exterior que Donald Trump soslayó durante toda su administración.

La relación fluida entre Cafiero y Blinken sirvió también para encontrar puntos de contacto sobre temas controversiales. Argentina se negaba a condenar a Nicaragua en la Organización de Estados Americanos (OEA), pero esa toma de decisión empezó a ceder cuando en el Gobierno entendió que diplomacia es Quid Pro Quo.

Martín Guzmán logró la renegociación de la deuda contraída por Mauricio Macri con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por el peso especifico de la Secretaria del Tesoro y el Consejo de Seguridad. Pero poco se hubiera avanzado si Cafiero –por recomendación de Blinken- no hubiera sugerido al Presidente que había que condenar también a Venezuela por su violación sistemática de los derechos humanos.

Alberto Fernández aceptó la recomendación de su canciller, pero repite en los foros globales una táctica discursiva que no tiene antecedentes en la política internacional: avaló el informe de Michelle Bachelet sobre las violaciones a los derechos humanos en Venezuela, pero en su último discurso ante la Asamblea de la ONU se calló frente a las acciones dictatoriales de Nicolás Maduro.

En esa oportunidad, el jefe de Estado exigió que se levantaran los bloqueos económicos a los regímenes de Cuba y Venezuela, y no hizo mención alguna a la permanente restricción a los derechos consagrados en la Carta de la ONU, que ejecutan a diario los dictadores Maduro y Miguel Díaz-Canel.

Alberto Fernández y Joseph Biden se saludan en la Cumbre de las Américas organizada por la Casa Blanca
Alberto Fernández y Joseph Biden se saludan en la Cumbre de las Américas organizada por la Casa Blanca

La cercanía de Cafiero con Blinken aún no sirvió para cerrar el cónclave entre Alberto Fernández y Biden. El Presidente quiere la bilateral en el Salón Oval, una opción posible pero aún lejana en los planes del líder demócrata. Biden tuvo COVID-19, su agenda se trastocó y en pocas semanas enfrenta las elecciones de medio término. Si pierde, la opción de un segundo mandato se complicaría.

En este contexto, Biden retacea los encuentros de política exterior. Alberto Fernández no tiene bolilla negra en la Casa Blanca. Sencillamente, el presidente de Estados Unidos privilegia otros asuntos muy alejados de la Argentina y sus necesidades económicas, financiera y diplomáticas.

-¿Y, qué te dice Blinken?-, le preguntaban a Cafiero en New York cada vez que comentaba que se había encontrado con el secretario de Estado de Biden.

-Que está todo bien. Pero que hay que esperar.

En su estrategia diplomática de simultáneas de ajedrez, Cafiero fue recibido por el canciller chino Wang Yi. El encuentro fue distendido, y la agenda giró sobre el ingreso de Argentina a los BRICS, un foro multilateral que integran Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.

Xi jinping firmó acuerdos muy profundos con Alberto Fernández y ahora pretende que se cumplan los plazos de ejecución. Están en juego la construcción de dos centrales hidroeléctricas en Santa Cruz y dos centrales nucleares en la Provincia de Buenos Aires. Cafiero y el canciller Wang hablaron al respecto.

El embajador argentino en China, Sabino Vaca Narvaja, accede a toda la nomenclatura que maneja Xi e impone un ritmo en la relación bilateral que no coincide con la velocidad que se fijó en el Palacio San Martín. Cafiero elogia el trabajo diplomático de Vaca Narvaja, pero es mas cauto por el peso específico de Estados Unidos en América Latina.

El ministro de Relaciones Exteriores lleva una cuenta personal para enfrentar las susceptibilidades del Instituto Patria y La Cámpora. “Me reuní cuatro veces con Blinken y otras cuatros con Wang. Todo está parejo y en armonía”, dijo Cafiero en New York cuando concluyó su reunión con el canciller chino.

El canciller Cafiero y su colega chino Wang durante la reunión que mantuvieron en New York
El canciller Cafiero y su colega chino Wang durante la reunión que mantuvieron en New York

A fines de abril, el canciller viajó a Nueva Delhi (India) y se reunió con el primer ministro Narendra Modi y su colega Subrahmanyam Jaishankar. La visita sirvió para lograr que India ampliara la compra de harina de soja a 550.000 toneladas y que Modi aceptará la candidatura de Argentina en los BRICS.

Dos meses más tarde, Cafiero, Modi y Jaishankar se encontraron en la Cumbre del G7 en Munich, y el canciller le propuso al primer ministro hindú un reunión informal con Alberto Fernández (pull aside, en términos de la diplomacia formal). Modi aceptó el cónclave, dialogó con el jefe de estado acerca de cómo profundizar la relación bilateral y ambos presidente se invitaron mutuamente a una visita oficial.

Esta hoja de ruta continuó en New York. Cafiero y Jaishankar deliberaron en el hotel Sofitel con cancilleres de la CELAC para exhumar las relaciones entre este foro multilateral y la India. Hacia cinco años que no había una cumbre de estas características y su objetivo geopolítico fue robustecer la agenda de seguridad alimentaria y energética.

El ministro de Relaciones Exteriores avanza en su relación con Estados Unidos y China, pero no subestima a los países asiáticos que puedan fortalecer la estrategia de la Argentina y la CELAC. Es una agenda Sur-Sur que Alberto Fernández y Modi tienen en cuenta y que Cafiero y Jaishankar intentan profundizar en un contexto global atravesado por la guerra ilegal de Rusia contra Ucrania.

“La India es un mercado formidable para nuestros alimentos y la relación está fluyendo. Fue un buen encuentro con el canciller Jaishankar para consolidar una relación bilateral que sirve a ambas partes”, aseguró Cafiero.

Santiago Cafiero se reunió con su colega Jaishankar en el hotel Sofitel de New York
Santiago Cafiero se reunió con su colega Jaishankar en el hotel Sofitel de New York

La agenda diplomática de Cafiero tiene suficiente espacio político para negociar con Blinken y a continuación aceptar un pedido puntual del régimen cubano que engrosaría su influencia en la arena internacional. En el consulado argentino en New York, Cafiero recibió junto a su jefa de Gabinete Luciana Tito y al subsecretario de América Latina y Caribe, al canciller de Cuba Bruno Rodríguez Parrilla.

En ese cónclave, Rodríguez Padilla agradeció que Alberto Fernández condenara el bloqueo económico, elogió al presidente por su gestión política en la CELAC y solicitó que Argentina recomendará a los miembros del Grupo de América Latina y el Caribe (GRULAC) que apoyen al régimen de Miguel Díaz-Canel como titular del Grupo de los 77.

Este GRULAC -hay varios- se integra con los embajadores de America Latina y el Caribe ante la ONU, y el G77 es un foro multilateral que agrupa a los países en vía de desarrollo del hemisferio sur. Fue creado en 1964, cuando terminó una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), y recoge el espíritu del Movimiento de Países No Alineados (NOAL) que se transformó en fósil diplomático cuando terminó la Guerra Fría.

Cafiero aceptó el pedido de Rodríguez Padilla. Y Argentina hará lobby a favor del régimen cubano.

El canciller Cafiero con su colega cubano Rodríguez Parrilla durante el encuentro que mantuvieron en el consulado argentino en Nueva York
El canciller Cafiero con su colega cubano Rodríguez Parrilla durante el encuentro que mantuvieron en el consulado argentino en Nueva York

Alberto Fernández tiene excelente relación con Pedro Sánchez, presidente de España. Y ese vínculo personal se traslada a las relaciones diplomáticas entre Cafiero y el canciller José Manuel Albares. Los dos se encontraron en el Salón de Bilaterales de la ONU, y los dos bosquejaron una hoja de ruta que vincula a la Comunidad de Estados de Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) con la Unión Europea (UE).

El 26 de octubre, en Buenos Aires, habrá una cumbre de cancilleres de la CELAC. Y un día más tarde, los cancilleres de la CELAC y de la UE trabajarán en conjunto para preparar una reunión inédita de presidentes de América Latina y jefes de Estado de Europa.

Este cónclave, sin antecedentes en las relaciones diplomáticas entre América y la Unión Europea, se puso en marcha porque Alberto Fernández preside la CELAC y Sánchez hará lo propio en 2023. Cafiero y Albares se reunieron en la ONU para acelerar un proyecto político que beneficia tanto a la Argentina como a España.

Cafiero se encontró con el canciller español José Manuel Albares en el edificio de las Naciones Unidas
Cafiero se encontró con el canciller español José Manuel Albares en el edificio de las Naciones Unidas

Alberto Fernández explicó en Houston que su agenda está mas vinculada al escenario internacional que a la política doméstica. El Presidente ha puesto foco a las implicancias económicas y sociales causadas por la post pandemia y la guerra en Ucrania a nivel global, y Cafiero refuerza en todos sus viajes esa perspectiva geopolítica del jefe de Estado.

El canciller sólo recibe instrucciones de Alberto Fernández -a diferencia de otros ministros que funcionan a doble comando- y aprendió a ejecutar sus movimientos diplomáticos para evitar roces desequilibrantes con el kirchnerismo duro, que controla las embajadas en Cuba, Venezuela, Nicaragua, Rusia, China, la ONU y la OEA.

Cafiero ejecuta una política exterior ambiciosa, pero hay factores geopolíticos que condicionan sus efectos a mediano plazo. Estados Unidos tiene como área de influencia a toda América Latina y controla las decisiones del FMI y el BID y el Club de París, entre otros organismos financieros que interactúan con la Casa Rosada.

Biden definió a China como su enemigo global y Cuba todavía es una amenaza ideológica, mientras que Vladimir Putin -junto a Xi- tienen mucha influencia en los BRICS, que es un foro multilateral que ya aceptó a la Argentina como socio.

Este zigzag diplomático le da juego global a Alberto Fernández y Cafiero, pero al final la política exterior siempre es binaria: hay que estar de un lado del mundo o del otro.



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