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Corrie ten Boom
creció entre relojes, libros y fe. Hija de un humilde relojero holandés, fue la primera mujer en obtener un diploma de relojería
en los Países Bajos.
Nunca se casó. Su vocación no era
formar una familia… sino salvarlas.
Cuando los nazis invadieron los
Países Bajos en 1940, Corrie ya no reparaba solo relojes: reparaba vidas rotas
por el odio.
Junto a su padre y su hermana Betsie,
convirtió su hogar en Haarlem, en un
escondite secreto.
Bajo un cobertizo, construyeron un
compartimento oculto donde refugiaron a judíos perseguidos y miembros de la
resistencia.
Durante cuatro años desafiaron al
régimen nazi con valentía silenciosa. Pero en 1944, alguien los delató.
La Gestapo irrumpió en su casa y
arrestó a toda la familia. Los judíos escondidos sobrevivieron. Corrie, su
hermana y su padre no corrieron la misma suerte: su padre murió pocos días
después; Betsie, dentro del campo de concentración.
Corrie fue enviada a Ravensbrück, un
lugar que devoraba el alma. Pero incluso allí, logró pasar clandestinamente una
Biblia, que leía cada noche a las demás prisioneras. Palabras de esperanza
entre el alambre de púas.
Corrie sobrevivió. Cuando terminó la
guerra, no buscó venganza, sino redención. Fundó centros de rehabilitación para
víctimas… y también para antiguos colaboradores nazis. Su fe era más fuerte que
su dolor.
Y hasta su último suspiro, Corrie
siguió contando su historia. Porque algunas mujeres no nacen para el silencio.
Nacen para resistir.
Fuente: Datos Históricos