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En los anales de la historia criminal Argentina, los asesinos seriales no se encuentran entre los más numerosos y hasta en algunos casos se está más frente a homicidas múltiples que seriales.
Es más, el caso más antiguo se remonta a 1922 cuando “El místico”, Mateo Banks, iba a terminar con la vida de ocho personas, en cercanías de la ciudad bonaerense de Azul.
Banks, terrateniente perteneciente a una familia de inmigrantes irlandeses, el 18 de abril de 1922 terminó con la vida de dos hermanos, una cuñada, sobrinos, tres empleados de la estancia y una octava persona relacionada.
Si bien se trata de un homicida múltiple, la historia criminal Argentina lo ubica entre los seriales.
En 1924 iba a ser condenado a prisión perpetua e iba a morir en 1949, con libertad condicional y completamente solo.
Siguieron sus pasos Cayetano Santos Godino, alias “El petiso orejudo” a principios del siglo XX, Robledo Puch en 1971 y Ricardo Barreda en 1992.
Hoy, en la provincia de Jujuy, se sospecha que Matías Jurado, de 37 años, de probarse, podría agregarse a la nómina de asesinos seriales en este país.
Jurado fue aprehendido en su casa del Barrio Alto Comedero, en Jujuy, en el marco de una investigación por la desaparición de un hombre que se encontraba en situación de calle.
Durante el allanamiento, los detectives se iban a encontrar con restos óseos y piel humana y no descartan que haya más víctimas por lo que se sospecha estaría involucrado en al menos otros cuatro crímenes, a partir de la desaparición de una misma cantidad de hombres.
A partir de la audiencia celebrada en la tarde de ayer, se dispuso su detención durante los próximos 4 meses y hasta el momento, sólo por un hecho, la muerte de Jorge Omar Anachuri
Ahora, efectivos de la División de Búsqueda de Personas de la policía de Jujuy bucea en los reportes de desapariciones en los últimos años mientras que un grupo de antropólogos fueron designados para trabajar en la vivienda.
Entre las evidencias principales contra Jurado se encuentra el peritaje superficial sobre el predio de la propiedad, en el que se encontraron los restos.
Esto sucedió tras el testimonio del sobrino de 16 años del supuesto asesino, quien marcó sitios precisos a los forenses donde su tío habría enterrado y desperdigado fragmentos de los cuerpos, que también habría quemado y ocultado en bolsas de consorcio que lanzó en basurales.
Los investigadores quieren recolectar muestras del resto de la casa en busca de ADN de posibles víctimas, en paredes, ropa, etc. Incluso, las fuentes indicaron que encontraron sangre dentro de un recipiente con combustible.
Por otro lado, los fiscales cuentan con otra prueba clave: una cámara de seguridad del sistema 911 que mostró a Jurado subirse a un auto con un hombre en situación de calle. Con esas imágenes, lograron ubicar al chofer del vehículo y le consultaron a dónde los había llevado. El remisero marcó la llamada “casa del horror”.
El expediente cuenta, además, con ropa secuestrada. Sería la misma que usaba el hombre desaparecido, identificado como Jorge Omar Anachuri. Por último, el seguimiento de antenas dio que el celular de otro de los hombres buscados se apagó en cercanías a la casa del horror.
Jurado estuvo preso en varias ocasiones y recibió condenas por robos violentos con armas, la primera siendo menor de edad y la más reciente en 2018, con una sentencia de tres años y cuatro meses.
El modus operandi de Jurado, según la reconstrucción de los investigadores y los testimonios recabados, presentaría una secuencia con patrones reiterados que alertaron a las autoridades y hablan de la obra de un asesino en serie.
Elegía los días viernes para dirigirse a puntos donde solían encontrarse personas en situación de calle. En esos encuentros, ofrecía trabajos circunstanciales —como changas en la terminal— o bebidas alcohólicas. Con este método, conseguía persuadir a las personas para que lo acompañaran hasta su domicilio en el barrio Alto Comedero. Una vez que accedían a entrar en la casa, las víctimas eran recibidas solo por Jurado; el adolescente que vivía con él solía retirarse.
Los investigadores sospechan que, dentro de la vivienda, Jurado sometía a sus víctimas y procedía a descuartizarlas. Algunos restos humanos eran enterrados en el mismo domicilio, otros se quemaban con la finalidad de reducirlos y parte de ellos se colocaban en bolsas de consorcio que luego eran descartadas en basurales de la zona.
En el interior de la casa, las herramientas halladas por los peritos —como palas, bolsas, carretillas y ollas— formarían parte del cuadro que acompañaría este accionar por el que fue detenido.