![]() |
El eco de los disparos perfectos aún resuena en Junín. No son sonidos de conflicto, sino los acordes de un himno deportivo que se repite con la precisión de un metrónomo. Una vez más, sin estridencias pero con la contundencia de quien sabe que el trabajo paga, la Escuelita de Tiro de la ciudad volvió a teñir de oro, plata y bronce el podio nacional.
No fue la hazaña de un individuo solitario, sino el torrente arrollador de un equipo, de una familia deportiva que llegó y se adueñó de todas las categorías. Los nombres de Junín sonaron una y otra vez, hasta convertirse en la banda sonora indiscutida del torneo.
La cosecha de medallas habla por sí sola, con la frialdad de un blanco marcado al diez. Henry Goycochea emerge como una figura descollante, coronándose Campeón Nacional Juvenil en Rifle de Quebrar y subiendo también al podio para recibir la plata en Rifle de Aire Olímpico. Pero aquí no hay lugar para el individualismo; el éxito es colectivo. A su lado, Sol de la Riva se colgó el oro en Rifle de Aire Paralímpico SH2, mientras Victoria Parodi sumaba otra medalla de plata en la modalidad olímpica. Juan Gisbert completó el cuadro de honor con un bronce en Pistola de Aire.
Sin embargo, la verdadera fortaleza de este semillero se ve en las pruebas por equipos, donde la complicidad y la técnica se fusionan. El dúo mixto de Goycochea y Parodi demostró una sintonía envidiable para alzarse con el bronce en Aire Olímpico. Y, en un guiño al legado familiar, los hermanos Henry y Benjamín Goycochea hicieron lo propio en Rifle de Quebrar, sellando con bronce una sociedad que trasciende lo deportivo.
Detrás de cada medalla, detrás de cada joven que carga su equipo con la seriedad de un profesional, hay una estructura que lo sostiene. Están Melina Santos, Thiago Bustos y Alejo Goycochea, cuyo compromiso y pasión, aunque no se tradujeran en podio esta vez, son el cimiento sobre el que se construye el equipo.
Y en el centro de esta maquinaria perfecta está la mente estratégica y el corazón motivador: Martín Goycochea. Él es el arquitecto de estos triunfos, el entrenador que no solo pulsa técnicas de respiración y postura, sino que forja carácter. Su labor incansable, replicada en el apoyo férreo de las familias que viajan, acompañan y creen, es el combustible de este proyecto.
La Escuelita del Tiro Federal de Junín ya no es una promesa. Es una realidad aplastante. Una fábrica de campeones que escribe, tirote a tirote, una página imborrable en la historia del deporte local y nacional. Demuestran que el camino al podio no se recorre solo, sino con la mirada clara, el pulso firme y el respaldo de una comunidad que ya los reconoce como héroes.