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Un acto de violencia absurda y brutal conmocionó cuando un joven de 18 años se convirtió en blanco de una furia despiadada por el simple hecho de negarse a comprar facturas que dos desconocidos intentaron imponerle a la fuerza en las calles Jorge Newbery y Dorrego.
Según pudo reconstruirse, todo comenzó como un incómodo encuentro callejero que rápidamente escaló al horror. Los dos agresores abordaron al muchacho con su mercancía no solicitada. La respuesta del adolescente fue un rechazo claro, un "no" que todo ciudadano tiene derecho a expresar. Esa negativa, en lugar de ser respetada, desató la furia de los vendedores.
Sin mediar palabra, la situación estalló. Los dos hombres comenzaron a golpear con saña al joven, concentrando su violencia en su rostro. La agresión, desproporcionada y cobarde, se desarrolló en la vía pública, a la vista de todos.
Fueron los vecinos, testigos impotentes de la escena, quienes actuaron como primer cordón de contención. Alarmados por la brutal paliza, realizaron la llamada urgente a la policía. La respuesta de las fuerzas de seguridad fue rápida. Al llegar, los uniformados se encontraron con el joven aún consternado y con evidentes signos de los golpes en su cara.
La lesión era tan notoria que inmediatamente dieron aviso al servicio de emergencias médicas SAME. Personal especializado arribó al lugar para asistirlo, logrando estabilizarlo en el sitio sin necesidad de ser trasladado a un hospital, aunque las secuelas del trauma físico y psicológico prometen persistir.
Mientras la víctima, con la valentía que sigue al shock, se dirigía a la comisaría para radicar formalmente la denuncia, los agentes se abocaron de lleno a la búsqueda de sus agresores. La cacería humana había comenzado, con la esperanza de que la justicia llegue tan rápido como la irracional violencia que sembraron dos individuos en una tranquila tarde de barrio.