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“El Gobierno declara que su firme voluntad es promover la inmigración y que los extranjeros que quieran fijar su domicilio en el territorio, serán considerados bajo la salvaguardia de las leyes”.
Así rezaba el 4 de septiembre de 1812 el decreto del Primer Triunvirato y que fomentaba la llegada de inmigrantes ofreciendo protección a quienes quisieran habitar el suelo argentino.
Más de un siglo después, otro decreto –en 1949- firmado por el entonces presidente Juan Domingo Perón iría a conmemorar aquella disposición de 1812.
De esta manera, hoy, al conmemorarse el Día del Inmigrante, se reconoce a quienes llegaron de otros países, contribuyendo al desarrollo cultural, económico y social de Argentina.
La inmigración, -sobre todo europea- entre fines del siglo XIX y principios del XX, transformó la identidad del país.
El Hotel de los Inmigrantes
Construido a principios del siglo XX en el hoy Puerto Madero, perseguía como objetivo recibir, orientar , alojar y distribuir a quienes llegaban al país desde Europa y otras regiones.
El edificio constaba de cuatro plantas y se había construido en concreto. Tenía comedores en la planta baja y los dormitorios se encontraban en pisos superiores y alojaban hasta 250 personas por cada uno de ellos, permitiendo alojar hasta a 3.000 inmigrantes.
En los comedores, los recién llegados contaban con desayuno, almuerzo y merienda.
Pero además, podían acceder a una biblioteca con cursos de idioma, historia y hasta capacitación en el manejo de maquinaria agrícola.
El Hotel funcionó entre 1911 y 1953, con mayor afluencia durante la primera y segunda guerra mundial, cuando los inmigrantes huían de la hambruna y la muerte, buscando paz y una nueva forma de vida.
Cerrado durante décadas, en 1974, el edificio se transformó en un museo “Hotel de Inmigrantes” y para el 2012 iba a sumar el Centro de Arte Contemporáneo.
Hoy, en el Museo, se pueden tramitar certificados de arribo de antepasados inmigrantes que llegaron a la Argentina entre 1882 y 1950 y concurren aquellos que indagan sobre su historia familiar.
El acceso es gratuito y bisnietos, nietos e hijos de inmigrantes pueden, al recorrerlo, imaginar la vida de sus antepasados. El dolor de haber dejado su Patria y afectos en pos de un futuro prometedor.