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La luz tenue del teatro Lola Membrives no alcanzó a ocultarlos. Al contrario, los iluminó. Allí, en la platea, tomados del brazo, Leandro Paredes y Camila Galante convirtieron su simple acto de presencia en un mensaje claro y contundente. Cada gesto, cada sonrisa compartida, cada mirada cómplice fue una pieza de un guión cuidadosamente armado para desterrar los insistentes rumores que, días atrás, vincularon al futbolista con Evangelina Anderson. No hubo declaraciones ampulosas en un estudio de televisión; el escenario elegido fue el de la vida misma, bajo la atenta mirada de un público que los recibió con una ovación espontánea que lo dijo todo.
La pareja eligió la cotidianidad del espectáculo —la obra “Rocky”, protagonizada por Nico Vázquez y Dai Fernández— por encima del ruido del escándalo. Y en ese marco, la naturalidad fue su mejor herramienta. La cámara de Vázquez, que luego subiría las imágenes a Instagram, los captó riendo, relajados, disfrutando. La prueba definitiva llegó cuando Paredes, subido al escenario, tomó el micrófono no para hablar de su vida privada, sino para confesar su fanatismo por las películas de Rocky. “Fanático, fanático”, dijo, desactivando con simpleza cualquier tensión. El broche de oro fue el obsequio de una camiseta de Boca para un Vázquez riverplatense, un gesto de pura camaradería que selló la noche.
Pero el mensaje no se construyó solo con imágenes. Horas antes, la reacción de Camila Galante había llegado de manera directa y contundente. A través de un mensaje de WhatsApp a la prensa, sentenció: “Lo vi. Imaginate que la noticia me la mostró él. Lo vimos juntos, pero él me dijo que no conoce a Evangelina”. Frente a la consulta sobre qué haría con los rumores, fue breve y firme: “Por ahora lo dejo pasar, a menos que se haga una bola más grande”. Del otro lado, Evangelina Anderson, “harta de ser señalada”, también quebró el silencio a través de su representante para negar tajantemente cualquier vínculo: “Es mentira, que no es así”.
¿Qué queda entonces después de la tormenta? La imagen de una pareja que se reafirma en público, que elige la complicidad frente a las cámaras y la ovación de la gente como el territorio donde el rumor se disipa. El telón bajó en el Lola Membrives, pero la función de su vida en conjunto, lejos de cualquier crisis, continúa. Con sonrisas, abrazos y la tranquilidad de quien sabe que, a veces, el mejor discurso es no tener que decir nada