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Jueves, 18 Sept 2025
Diario Junín | Locales             109
Junín
La grieta de un hombre: Cuando la emoción rompió el cristal de la radio
En un medio polarizado, la reacción visceral de Andy Kusnetzoff frente a la crisis social abrió un inesperado espacio de reflexión genuina, desnudando la fatiga de una sociedad al borde del colapso.
Jueves, 18 de Septiembre del 2025 - 15:15 hs.
La grieta de un hombre: Cuando la emoción rompió el cristal de la radio

La mañana del miércoles en “Perros de la Calle” (Urbana Play) no fue una más. Entre datos económicos y el ruido de fondo de las protestas sociales, algo se quebró. Andy Kusnetzoff, un conductor conocido por su estilo analítico y contenido, se desmoronó al aire. Su voz se quebró, las lágrimas llegaron sin aviso y, en ese instante de pura vulnerabilidad, capturó el estado de ánimo de millones. No fue un guion, ni una estrategia. Fue el desborde de un hombre frente a la crudeza de historias acumuladas: la angustia de una madre, la desesperación de un joven pidiendo trabajo en la puerta de la radio, el relato de familias con discapacidades olvidadas por el sistema.

Al día siguiente, con los decibeles bajados pero la convicción intacta, Kusnetzoff volvió a micrófono abierto para sincerarse. “Ayer no pasó nada distinto a lo que sucede siempre, sino que me bajó una emoción y terminó saliendo por todos lados”, explicó con una naturalidad desarmante durante su habitual pase con María O’Donnell. Descartó de plano que fuera una performance: “Más allá de lo económico, por lo menos en el discurso tener una empatía… Creo que pasa por ahí”.

El episodio, viralizado al instante, trascendió lo anecdótico para convertirse en un termómetro social. Kusnetzoff reconoció que dimensionó la magnitud del hecho al recibir un mensaje del legislador Roberto García Moritán, pero eligió nadar contra la corriente del hate y la grieta digital. “En estos tiempos de redes, donde todo se transforma en opinión, política y grieta, uno se tiene que quedar con su verdad y su humanidad genuina”, reflexionó, admitiendo que ni siquiera leyó los comentarios para evitar el ruido político.

Pero más allá de la reacción en redes, lo que realmente conmovió al conductor fue la respuesta humana. “Me quedo con la cantidad de gente con familiares con discapacidad que me escribió y agradeció el episodio… Se trata de eso, historias y personas. No tengo más para decir sobre eso”.

Kusnetzoff desnudó la trastienda de un oficio que often requiere un caparazón. “Tengo muchas notas que estoy al borde… y uno siempre tiene un caparazón y lo puede hacer fácilmente, pero algunas me atraviesan”. Esta vez, el caparazón cedió.

La charla derivó, inevitablemente, hacia el último posteo del Presidente Milei en X. Fue allí donde Andy, con una elocuencia cargada de historia personal, dio su golpe más fuerte. “Es una desconexión”, afirmó. Y luego, con orgullo y algo de bronca, defendió su legaje: “Yo soy hijo de un médico psicoanalista de la universidad pública, una madre psicóloga de la universidad pública… Mi papá fue más de 40 años al hospital de Clínicas, yo lo acompañé varias veces, y no cobró un sueldo. Él me decía: ‘Hay que ir’. ¿De qué privilegios me estás hablando? Mi privilegio fue haber tenido un padre que fue 40 años al hospital a ayudar gente que no tenía plata”.

En un país donde el debate público se reduce a etiquetas y enfrentamientos binarios, el llanto de Kusnetzoff operó como un acto de resistencia. No fue una lágrima por llorar; fue el resumen de todas las historias que ya no se aguantan, la frustración de quien ve cómo el discurso público pierde contacto con el dolor real. Fue, en definitiva, la grieta de un hombre, por donde se filtró, por un instante, la verdad



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