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El rugir del avión se mezcla con la quietud concentrada. En la cabina, mientras atraviesan el océano, cada jugador sabe que lleva sobre sus hombros el peso de una oportunidad única. No es sólo otro partido del Rugby Championship. Es el partido que puede catapultarlos a una final por el trofeo más esquivo. La selección argentina aterriza en Sudáfrica con una misión clara: vencer a los Springboks en su fortaleza de Kings Park. Pero la hazaña en la cancha es sólo una parte de la ecuación.
El escenario está servido. La victoria de los All Blacks sobre Australia en Auckland dejó la tabla de posiciones en un estado de máxima tensión. Nueva Zelanda lidera con 14 puntos, Australia sigue con 11, Sudáfrica tiene 10 y Argentina, 9. La matemática es simple y a la vez compleja: ganar en Durban es imperioso para seguir soñando. Un triunfo no sólo los pondría por delante de los sudafricanos, sino que los mantendría a tiro de los líderes de cara a la última fecha, donde el duelo ante los mismos Springboks se repetirá, pero en la neutralidad de Twickenham, Londres.
El camino de Los Pumas en este torneo ha sido un fiel reflejo de su nueva identidad: resiliente y ambiciosa. Tras una dura derrota inicial en Córdoba frente a los All Blacks, el equipo de Felipe Contepomi mostró su carácter con una respuesta histórica: la primera victoria ante Nueva Zelanda en suelo argentino, en el mítico Estadio José Amalfitani. La gira por Australia tuvo sabor agridulce: un tropiezo inesperado tras dominar gran parte del partido, y una inmediata reivindicación con un triunfo apretado y lleno de coraje en Sydney. Esa capacidad de reponerse es el activo más valioso que llevan a Sudáfrica.
La historia, sin embargo, es un rival más. El Rugby Championship ha sido un feudo dominado por los gigantes del Sur, con Nueva Zelanda como amo y señor. Argentina llegó para romper moldes, pero el título siempre se les escapó entre los dedos. El año pasado lograron su mejor actuación, venciendo por primera vez a las tres potencias en un mismo torneo. Aquella cosecha de 14 puntos es ahora el primer objetivo a superar. Con 9 unidades en el bolsillo, el parteo de este sábado es la puerta de entrada a una dimensión inexplorada.
Todo está dado para el gran desafío. La potencia física de los Springboks, la presión de su hinchada, la historia de un estadio que ha sido cementerio de ilusiones ajenas. Pero estos Pumas ya no son los de antes. No viajan con esperanza, viajan con convicción. Saben que el partido se gana con tackles feroces, con posesión inteligente y con la frialdad para definir cuando llegue el momento. El partido en Durban no es sólo por dos puntos en la tabla; es por el derecho a llegar al último sábado de octubre en Londres con la chance de hacer algo que nunca nadie hizo. Es, en definitiva, por la chance de tocar la gloria