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Martes, 7 Octubre 2025
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El tango textil: La pista local se llena de importados y la industria nacional busca un vompás que no llega
Mientras las vidrieras se visten de etiquetas foráneas, las fábricas nacionales bajan sus persianas. Un informe sectorial revela el desbalance histórico que amenaza con dejar a la argentinidad sin ropa propia.
Sábado, 04 de Octubre del 2025 - 10:53 hs.
El tango textil: La pista local se llena de importados y la industria nacional busca un vompás que no llega

En el corazón de los negocios de Once, el contraste es palpable. Pila tras pila de remeras con precios que desafían toda lógica de costo se apilan junto a abrigos que, hasta hace poco, eran el orgullo de las pymes nacionales. No es una simple liquidación; es el síntoma de una transformación brutal. La industria textil argentina, ese termómetro histórico de la economía doméstica, está bailando un tango de desencuentros: las importaciones crecen a un ritmo frenético mientras las exportaciones se apagan, dejando en el medio un tendal de incertidumbre laboral y un modelo productivo en jaque.

Las cifras no dejan lugar a dudas y pintan un cuadro de desproporción alarmante. En los primeros ocho meses del año, el país importó ropa por 421 millones de dólares, una cifra que duplica con creces la de todo 2024. Pero el dato más elocuente, el que grita la magnitud del cambio, está en el peso: 22.839 toneladas de prendas ingresaron al mercado local, un 146% más que el año pasado. Son números que no se veían en siete años, un aluvión de tela y costura que ingresa a precio de remate.

El mes de agosto fue la postal de esta fiebre importadora. El ingreso de 3.293 toneladas, un aumento del 283% interanual, marca un pico que no tiene precedentes en la historia reciente del sector. Detrás de estos volúmenes abrumadores está, principalmente, Asia. China se consolida como el proveedor indiscutido, acaparando el 43% del valor total, seguida por Vietnam y Camboya. La estrategia es clara: precios unitarios en caída libre. El promedio por prenda importada es de 18,4 dólares, un 18% más barato que en 2024. Una remera china hoy tiene un precio unitario de 12,8 dólares, una cifra con la que la producción local no puede competir.

Mientras la pista local se satura de productos extranjeros, el baile en el exterior se detiene. La contracara de esta historia es la parálisis de las exportaciones. Entre enero y agosto, las ventas al exterior de indumentaria sumaron apenas 12 millones de dólares, una caída del 17% interanual. Las 372 toneladas exportadas representan el punto más bajo de los últimos años. Uruguay, Paraguay y Chile, los compradores tradicionales, están absorbiendo cada vez menos. Argentina, antaño un jugador con potencial en el mercado de la moda, pierde peso y presencia internacional a pasos agigantados.

Este tira y afloja entre lo que entra y lo que sale no es solo una estadística para economistas. Tiene el rostro de los operarios, los costureros y los diseñadores. Es un golpe directo a un sector que fue históricamente un refugio laboral intensivo. La pregunta que flota en el aire, entre montañas de sweaters y pantalones importados, es si la industria de la vestimenta argentina podrá encontrar un nuevo ritmo o si este tango terminará siendo su último baile