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						La pelota picó en el césped del Chase Stadium con la furia de un misil. A los 7 minutos, Leandro Antonetti, tras un robo en el campo propio, vio la oportunidad dorada: el arquero argentino, Emiliano "Dibu" Martínez, estaba lejos de su línea. Sin dudar, el delantero boricua conectó desde tres cuartos de cancha una bomba que llevaba el sello del golazo. El silencio comenzó a gestarse en la tribuna.
Pero en la Selección Argentina hay una verdad axiomática: nunca se puede dar por sentado un gol en contra. El Dibu, con esa mezcla de intuición felina y desparpajo que lo caracteriza, retrocedió a un ritmo frenético. Dio pasos largos, calculados, casi desesperados. La pelota, con una parábola perfecta, se dirigía implacable hacia el ángulo. Con lo justo y en un acto de pura elasticidad, el puño del arquero marplatense despejó el esférico en un acto de purasangre. No fue una atajada, fue una salvada. Una intervención que nace del instinto más primitivo de un guardameta: evitar lo inevitable.
La respuesta, inmediata después de capturar el balón, fue un llamado a la tribuna. Brazo en alto, gesto de aliento. Él, que vive con los nervios de punta, fue el encargado de calmar los ánimos y dar vuelta la página en segundos. En el banco, las carpas de sorpresa y alivio lo decían todo: habían estado a centímetros de empezar abajo en el marcador.
Esa fue solo la primera advertencia que apagó el héroe del Mundial. Antes del descanso, otra vez se vistió de héroe ante un zurdazo de Wilfredo Rivera, ahogando el grito del atacante con una atajada segura. Y más tarde, en un tiro libre que rozó el travesaño, voló con la elegancia de quien controla cada milímetro de su área.
Mientras Lionel Messi tejía la fiesta con sus destellos y los delanteros construían una goleada (5-0) que terminó con doblete de Alexis Mac Allister y goles de Gonzalo Montiel, un desvío en Steven Echevarria y Lautaro Martínez, el hombre del arco escribía su propio récord en silencio.
El Número Frío: 40 Vallas de Leyenda
Con los últimos minutos atajados por Facundo Cambeses en su debut, Emiliano Martínez cerró su noche en Miami con un número redondo y monumental: la valla invicta número 40 con la camiseta argentina. En sus 57 partidos, el arquero del Aston Villa acumula una cifra estratosférica: 42 victorias, 10 empates y apenas 5 derrotas.
Desde aquel debut en 2021 ante Chile, el Dibu no ha dejado de crecer. Es el segundo arquero con más presencias en la historia, persiguiendo los 96 de Sergio "Chiquito" Romero, y ya supera a gigantes como Ubaldo Fillol. El récord de vallas invictas (47) aún le pertenece a Romero, pero a este ritmo, es una cuenta que parece tener los días contados.
La noche en Miami, más allá de la goleada y los debuts soñados, terminó de consolidar una verdad que ya es un mantra en el fútbol mundial: contra Argentina, no solo hay que sortear a un once de cracks. Primero, hay que derribar a un muro que lleva el número 23 y que, contra toda lógica y más de una vez, se niega a caer