El aire de este sábado huele a definición. Mientras el polvo del espeluznante accidente de Gabriel Bortoleto en San Pablo aún no se termina de asentar, en Argentina la pelota rueda con una urgencia distinta. La fecha 15 del Torneo Clausura no es una más: es la penúltima oportunidad para despejar incógnitas, para trepar posiciones o, simplemente, para seguir respirando en Primera.
La jornada es un menú de cinco platos fuertes, cada uno con su condimento dramático. Comienza a las 17, con dos partidos que son pura tensión. En el Palacio Tomás A. Ducó, un Huracán revitalizado bajo el mando de Frank Kudelka recibe a una Newell's desesperada. El Globo sueña con colarse en los playoffs; la Lepra, en cambio, libra una batalla contra el descenso. A la misma hora, pero en Avellaneda, el escenario es surreal: el Cilindro de Racing estará vacío, silenciado por una sanción. Sin su público, la Academia de Gustavo Costas enfrenta a un rival directo, Defensa y Justicia. Ambos tienen 19 puntos, al borde de la clasificación. En este Clausura, un triunfo puede catapultar a la cima; un traspié, condenar a la irrelevancia.
El ritmo no decae. A las 19.15, en Córdoba, el Kempes será testigo de otro duelo con sabor a supervivencia. Talleres, impulsado por el carisma de Carlos Tevez como técnico, recibe a un Platense que se desvanece, lejos de su versión campeona. Para "Carlitos" y su gente, ganar no es una opción, es una necesidad que acerca la salvación.
El cierre, desde las 21.30, es de alto voltaje. En el Hilario Sánchez de San Juan, la lucha es cruda. San Martín, último en los promedios y con el descenso respirándole en la nuca, se enfrenta a un Lanús que ya está en playoffs y piensa en la final de la Sudamericana. La misión del "Santo" es titánica: ganar para seguir con vida. Mientras tanto, en Santa Fe, Unión y Barracas Central libran una batalla en la cima. El Tatengue, escolta de Boca, y el "Guapo", a solo dos puntos, no solo pelean por el liderato del grupo A; Barracas mira de reojo la Tabla Anual, con la ilusión de meterse por primera vez en su historia en una copa internacional.
Este sábado, el fútbol argentino muestra su faz más implacable. No hay lugar para los tibios. En un torneo donde la diferencia entre la gloria y el fracaso se mide en detalles, noventa minutos pueden ser una eternidad. O un instante que lo cambie todo