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Viernes, 14 Noviembre 2025
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El sacrificio estratégico: la cruda realidad de Alpine y el precio de mirar al 2026
Mientras el equipo francés apostó su presente a un futuro lejano, el abandono táctico de 2024 los sumerge en una crisis operativa que se cobra víctimas en la pista, con Franco Colapinto como uno de los más perjudicados por paradas de boxes desastrosas y un monoplaza que navega en la irrelevancia.
Viernes, 14 de Noviembre del 2025 - 18:20 hs.
El sacrificio estratégico: la cruda realidad de Alpine y el precio de mirar al 2026

La confesión no pudo ser más cruda. En el seno de Alpine, la derrota ya no se discute, se administra. La decisión, tomada en las altas esferas, de desviar recursos al desarrollo del monoplaza de 2026 ha convertido la temporada 2024 en un incómodo y público purgatorio. El A525 no es un auto de Fórmula 1, es un trámite. Y en este limbo, cada fin de semana de carrera se transforma en una autopsia de sus múltiples fallas, donde las paradas en boxes se han erigido como el símbolo más elocuente de la descomposición.

No es solo que sean lentos; es que son inconsistentes, poco fiables, un reflejo de un equipo que ha perdido su columna vertebral. La fuga de cerebros y manos expertas hacia el nuevo equipo Cadillac —el undécimo de la parrilla— ha dejado un vacío que no se llena con buenas intenciones. El equipo de boxes, ese organismo de precisión milimétrica, fue desguazado. Y ahora, Alpine paga el precio con segundos interminables que condenan a sus pilotos al ostracismo.

Franco Colapinto, el talento argentino que debía pelear por puntos, se ha convertido en el testigo forzoso de esta implosión. En Hungría, dos paradas lentas lo anularon. En Interlagos, otros 5.4 segundos de espera en el cajón sellaron su suerte en una carrera donde un puñado de segundos definía a siete pilotos. Cada demora es un mensaje claro: el equipo no está a la altura. No es un error aislado; es el síntoma de una enfermedad mayor.

Steve Nielsen, el director de operaciones, lo admitió sin rodeos: no es falta de profesionalismo, es falta de gente. La analogía que eligió fue perfecta: es como un equipo de fútbol que no puede alinear a sus mejores once. Y Alpine, en este momento, está jugando en primera división con suplentes de segunda. El proceso de reconstrucción y formación de un nuevo equipo de boxes es lento, doloroso y, sobre todo, público. Cada GP es un examen que reprueban.

Mientras tanto, el calendario no se detiene. La Fórmula 1, despiadada, sigue su marcha. Pierre Gasly logró arañar algún punto en Brasil, un pequeño respiro en medio del naufragio. Pero es una gota en un océano de problemas. La pregunta que ronda el paddock es si este sacrificio del presente valdrá la pena en 2026. ¿El monoplaza del futuro será tan revolucionario como para justificar esta temporada de humillación y este daño colateral a las carreras de sus pilotos?

Alpine ha elegido un camino de alto riesgo. Han vendido el hoy por un mañana incierto. Mientras, en el garaje, un joven argentino y un francés con ambición lidian con las consecuencias. Cada parada lenta no es solo tiempo perdido; es fe que se erosiona, es la frustración de un potencial desperdiciado. El equipo insiste en que este dolor es temporal, que el trabajo silencioso de hoy dará frutos. Pero en la F1, el presente es lo único que existe. Y el presente de Alpine duele