El telón de la temporada regular se corre hoy, pero el drama está lejos de terminar. En Mar del Plata y Mendoza, a la misma hora, se respirará el mismo aire enrarecido de la angustia. No se juegan tres puntos, se juega la vida. La 16ª fecha del Clausura es, en la práctica, una doble final por la permanencia con tres actores principales y un guión que solo la fortuna y el coraje podrán escribir.
En el estadio José María Minella, Aldosivi y San Martín de San Juan se enfrentan en un duelo directo donde el triunfador, al menos, asegura un respiro. El visitante llega con el peor promedio (0.903), acorralado contra las cuerdas, mientras que el Tiburón (0.968) sabe que un error en casa puede ser fatal. A miles de kilómetros, en Mendoza, Godoy Cruz recibe a un Deportivo Riestra que no es un mero invitado: el equipo de Buenos Aires también necesita ganar para mantener sus lejanas aspiraciones de clasificación a la Copa Libertadores.
La compleja madeja de la Liga Profesional se desata hoy bajo dos criterios inapelables. Por un lado, el descenso por promedios, una condena que pende sobre Aldosivi y San Martín. Por el otro, la Tabla Anual, que hoy tiene a Godoy Cruz y Aldosivi compartiendo la última plaza con 28 puntos, una lucha donde el que queda abajo, cae.
El reglamento de la AFA es claro y despiadado. Bajarán el último de los promedios y el último de la tabla del año. La pesadilla se configura si el mismo equipo ocupa ambos puestos, un escenario que activa una cadena de desempates y partidos extra. Hoy, todas las combinaciones son posibles. Si San Martín gana y Godoy Cruz no lo hace, el Tiburón y el Tomba dicen adiós. Si empatan en Mar del Plata y Godoy Cruz gana, se fuerza un partido desempate entre mendocinos y marplatenses. La única certeza es que si Aldosivi gana, San Martín desciende por promedios y Godoy Cruz lo hace por la Tabla Anual.
Más allá de los números y los artículos del estatuto, hoy late la pasión de tres ciudades. La desesperación de una hinchada que ve cómo noventa minutos pueden definir el futuro de su club. Es el día en el que el fútbol se convierte en un deporte de supervivencia pura. Donde un gol no es un grito de alegría, sino un suspiro de alivio que dura hasta el silbatazo final. Todo está dicho. Solo falta jugar