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Domingo, 23 Noviembre 2025
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El privilegio de la estrella: cómo la "liberación" de Mbappé resquebraja el vestuario de Francia
La decisión de dejar al capitán en Madrid tras la clasificación al Mundial 2026 generó un malestar silencioso pero palpable entre sus compañeros, exponiendo la delicada línea entre el cuidado de una figura y la igualdad en el grupo.
Sábado, 15 de Noviembre del 2025 - 15:15 hs.
El privilegio de la estrella: cómo la "liberación" de Mbappé resquebraja el vestuario de Francia

El partido ante Azerbaiyán era, en el papel, un trámite. Un viaje largo hacia Bakú por un compromiso sin relevancia alguna, una vez que la goleada ante Ucrania selló el primer lugar del Grupo D y la clasificación matemática al próximo Mundial. Fue en ese contexto de misión cumplida que la Federación Francesa de Fútbol y el cuerpo técnico tomaron una decisión que resonó con fuerza en el corazón del plantel: liberar a Kylian Mbappé.

El astro del Real Madrid, capitán de la selección, fue autorizado a regresar a España para continuar con su recuperación, evitando así el desgaste del último partido de las Eliminatorias. Un gesto lógico, quizás, para quien es considerado el jugador más determinante del mundo. Pero ese gesto, aparentemente inocuo, funcionó como un catalizador que tensó los hilos de la convivencia en el equipo francés.

Dentro del vestuario, la medida no fue recibida con unanimidad. Lejos de ello, despertó un murmullo de críticas y un palpable malestar. La queja central es simple, pero profunda: ¿por qué él y no los demás? El argumento es que todos los jugadores acumulan el mismo cansancio de una temporada agotadora, todos están expuestos a las mismas lesiones y, sin duda, todos preferirían saltarse un viaje de miles de kilómetros por un partido sin incentivos. Sin embargo, solo uno recibió ese pase de salida.

La figura de Mbappé, ascendida a la capitanía y erigida como el pilar absoluto del proyecto, ahora genera una sombra de privilegios que, según se filtra desde adentro, comienza a erosionar la cohesión del grupo. Se habla de un "trato especial" que, en momentos de bonanza como el actual, se tolera. Pero se instala la pregunta inevitable: ¿qué pasará cuando llegue la adversidad? ¿Será este privilegio un punto de quiebre si los resultados no acompañan?

Esta polémica no hace más que reflejar una tensión moderna en el fútbol de elite: la gestión de las megas estrellas dentro de un deporte colectivo. Por un lado, está la necesidad pragmática de proteger al activo más valioso, de dosificar sus esfuerzos y de mantenerlo contento. Por el otro, persiste la ley no escrita del vestuario, donde la igualdad y el compartir las cargas suelen ser los cimientos de la fortaleza mental.

El entrenador Didier Deschamps, un veterano estratega en el manejo de egos, parece consciente de este nuevo paradigma. Él mismo ha admitido haber flexibilizado su gestión, otorgando a la generación actual "pequeños privilegios" que rompen con el modelo disciplinario del pasado. El uso de celulares y mayores espacios de recreación son concesiones a una camada de futbolistas que demanda más autonomía.

Pero la licencia para Mbappé parece ser un privilegio de otra magnitud. No es un permiso para usar el teléfono, es la exención de un deber. Y en ese acto, la Federación y el técnico han dibujado una línea roja que separa al capitán del resto. Una línea que, aunque trazada con la intención de proteger al equipo, corre el riesgo de dividirlo.

Mientras Francia consolida su status de candidato eterno y Mbappé sigue su imparable ascenso, esta crisis minúscula funciona como una alerta. Un recordatorio de que incluso en los equipos más galácticos, la química del vestuario es un ecosistema frágil. Y que por encima de los contratos millonarios y el brillo de las estrellas, late una pregunta simple y humana: ¿somos todos iguales aquí? La respuesta, en este caso, parece haber quedado flotando en el aire de Bakú, donde el equipo jugará sin su capitán, pero con la incómoda sensación de que algunas reglas no se escriben para todos