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Viernes, 28 Noviembre 2025
Diario Junín | Deportes             106
El Hechicero de Vilna
En sólo diez segundos de pura magia, Ignas Sargi?nas le arrebató un triunfo imposible a Gran Bretaña y escribió una de las páginas más alucinantes del básquet europeo, con tres triples que resonarán como un eco de leyendas.
Viernes, 28 de Noviembre del 2025 - 14:30 hs.
El Hechicero de Vilna

El silencio, primero, fue de incredulidad. Un silencio pesado, cargado de estupor, que se coló por las grietas de una arena británica que minutos antes rugía con la certeza de la victoria. Después, estalló el grito desgarrado de una decena de almas lituanas en las tribunas, un sonido que cortó como un cuchillo la atmósfera gélida. En la cancha, un hombre, Ignas Sargi?nas, levantaba los brazos hacia el cielo mientras sus compañeros lo aplastaban en un abrazo colectivo. No era para menos. Acababa de consumar un robo a mano armada, un hurto basquetístico tan descabellado que sólo puede explicarse mediante la fe, la suerte o el genio. O quizás, por una combinación de las tres.

El partido estaba muerto. Frío. Con apenas diez segundos en el reloj, Gran Bretaña lideraba 87-80. La victoria local era un trámite, un simple formulario por firmar antes del pitazo final. Pero el deporte, en su infinita capacidad para sorprender, guardaba en la manga un as de pura locura. Sargi?nas, un escolta de 25 años del Vilniaus Rytas, se transformó en esos instantes en la encarnación de todo aquello que hace vibrar al básquet.

El primer triple fue un aviso, un destello de esperanza que redujo la ventaja a cuatro puntos (87-83). Myles Hesson, desde la línea de foul, convirtió uno de dos tiros libres, dejando el marcador 88-83. La situación seguía siendo desesperada. Hasta que Sargi?nas, con la frialdad de un cirujano, volvió a clavar un triple de alta dificultad, con 3.5 segundos por jugar. 88-86. El estadio contuvo el aliento.

Lo que sucedió después fue un cúmulo de fatalidad para los británicos y de destino manifiesto para los lituanos. Los locales pidieron un tiempo muerto para diagramar la jugada que, supuestamente, cerraría el encuentro. Sin embargo, al reanudar, el caos se apoderó de ellos y perdieron el balón. En el rebote, el esférico fue a parar a las manos del hombre indicado, en el lugar y el momento menos pensados. Sargi?nas, recuperando el control casi en la mitad de la cancha, elevó el balón en un arco perfecto mientras la luz de ataque se extinguía. El silbato sonó, la pelota cayó limpia en la red. 89-88. La locura se desató.

“Ganamos, de alguna manera ganamos. No sé, es increíble, lo logramos. No nos rendimos... Por supuesto, es una suerte, no tenemos que llegar a eso”, admitió un Sargi?nas aún conmocionado, dueño de 27 puntos que valen su peso en oro. Reconoció el componente azaroso, pero también la tenacidad de un equipo que se negó a bajar los brazos cuando todo parecía perdido.

Su hazaña, instantáneamente, viajó por las redes y se codeó con la historia grande. La FIBA no tardó en trazar el paralelismo inevitable: lo coloca al nivel de las noches mágicas de Reggie Miller, quien en 1995 anotó 8 puntos en 9 segundos con Indiana, y de Tracy McGrady, autor de 13 puntos en 35 segundos con Houston en 2004. Sargi?nas ya tiene su propio capítulo en ese libro de mitos modernos.

Sin embargo, en medio del huracán personal, el héroe prefirió repartir el mérito. “No hay héroes entre nosotros, todos jugamos. Empezamos por la defensa y creo que así se activa también el ataque”, reflexionó, mostrando una humildad que contrasta con la monumentalidad de su gesta.

Mientras Lituania se prepara para recibir a Italia con el alma renovada por este milagro en Londres, y Gran Bretaña intenta superar el trauma, una certeza queda flotando en el aire: el Grupo D de la clasificación europea ya tiene su momento imborrable. Un instante de diez segundos donde un hombre llamado Ignas Sargi?nas detuvo el tiempo, desafió la lógica y le recordó al mundo que en el básquet, hasta el último suspiro, nada está escrito