En una operación de escala inédita, las autoridades turcas desarticularon una vasta red vinculada al amaño de partidos y las apuestas ilegales, un terremoto que está sacudiendo los cimientos del fútbol en ese país. La pesquisa judicial, que ya derivó en 35 detenciones, alcanza a figuras de los clubes más emblemáticos de Estambul, directivos de divisiones menores y hasta el cuerpo arbitral, exponiendo un sistema de corrupción que parece haberse infiltrado en todos los niveles del deporte profesional.

Entre los arrestados, la fiscalía de Estambul incluyó nombres que resonaron fuerte en los medios locales e internacionales: Metehan Baltaci, defensa de Galatasaray y compañero de Mauro Icardi, fue detenido bajo la acusación de apostar en partidos de su propio equipo. Junto a él, el volante de Fenerbahçe Mert Hakan Yanda? también fue aprehendido, acusado de realizar apuestas mediante una cuenta de terceros. La investigación, iniciada por presuntas violaciones a la ley de prevención de la violencia en el deporte y manipulación de resultados, no se detuvo en la cúspide.

El operativo judicial también puso la lupa en las categorías de ascenso. Fueron arrestados los presidentes y propietarios de tres clubes de la segunda división –Ahmet Okatan y Mehmet Emin Katipo?lu del Ankaraspor, y ?ahin Kaya del Nazilli Belediyespor– junto a dos entrenadores, todos sospechados de intervenir en la manipulación de un encuentro entre sus equipos en abril pasado. La trama parece extenderse en el tiempo y abarcar diversos frentes, con otro futbolista aún no identificado acusado de participar en un arreglo de resultado en un partido de segunda división hace dos años.

Pero el escándalo no se limita a jugadores y directivos. La Federación Turca de Fútbol (TFF) intervino de manera contundente y paralela, suspendiendo a 149 árbitros y asistentes tras descubrir que más de un centenar de ellos mantenían cuentas en plataformas de apuestas. De los 571 árbitros activos en Turquía, 152 tenían actividad en estas plataformas, y uno de ellos había realizado la astronómica cifra de 18.227 operaciones. Este hallazgo motivó la detención de varios jueces y la prisión preventiva para siete de ellos, además del procesamiento de Murat Özkaya, presidente del Eyüpspor de la primera división.

La dimensión del problema que enfrenta el fútbol turco se vislumbra en las cifras que maneja la TFF: el Comité de Disciplina investiga a 1.024 futbolistas por su posible relación con apuestas, de los cuales 27 militan en la Superliga, la élite del país. En total, 27 jugadores ya han sido formalmente acusados de apostar en partidos de sus propios clubes e influir presuntamente en los resultados.

Frente a la crisis, el presidente de la Federación, Ibrahim Haciosmanoglu, salió a dar la cara con un mensaje de mano dura. "Nuestro objetivo es erradicar cualquier rastro de corrupción del fútbol. No haremos excepciones", declaró en una tensa rueda de prensa. Sin embargo, las promesas de transparencia chocan con la magnitud de un esquema que, según las propias autoridades, recorre todas las divisiones profesionales y semiprofesionales.

La investigación, que mantiene en vilo al universo futbolístico turco, está lejos de cerrarse. Las autoridades anunciaron que estudian la captura de otras 11 personas y que, a partir de nuevos indicios, se prevén más detenciones en el corto plazo. Lo que comenzó como una pesquisa por apuestas ilegales se transformó en una radiografía alarmante de un deporte bajo sospecha, donde el resultado final parece haberse negociado, demasiadas veces, fuera del campo de juego