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El silencio ominoso de la sequía se rompió con la furia de un cielo que pareció querer compensar, de un solo golpe, toda el agua que no había caído. Este martes, Junín y la región fueron el escenario de otra ciclogénesis explosiva que ya queda marcada a fuego en los libros de meteorología. Según los datos oficiales, la estación del SMN en el aeródromo local registró una precipitación de 116,1 milímetros en apenas horas.
La cifra es abrumadora por donde se la mire. Augusto, un mes tradicionalmente mezquino con un promedio histórico de 40,8 mm, vio triplicada su marca en un solo día. Este episodio no es un hecho aislado, sino el capítulo más reciente de un año que no deja de sorprender. El 2025 se está escribiendo con tinta de récords: fue el de las temperaturas más gélidas en treinta años y ahora se encamina a ser el más lluvioso.
El acumulado anual, impulsado por este último temporal, se disparó hasta los 1.035,7 milímetros. Una cantidad que muchos pueblos del interior no ven en doce meses, y aquí se alcanzó en apenas siete y medio. Con la disipación de este sistema, los alertas meteorológicos se apagaron, pero el parte no anuncia tranquilidad total. La región se encamina hacia una semana de vientos que azotarán con ráfagas de hasta 69 km/h y chaparrones que llegarán el viernes, antes de que un fin de semana más sereno, frío y despejado tome el control