El silencio de los mercados suele ser más elocuente que cualquier discurso. Hoy, el rugido fue ensordecedor. En un movimiento que sacude los cimientos del programa económico, el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, anunció a través de un escueto tuit que el Tesoro Nacional intervendrá activamente en el mercado de cambios. La decisión, que equivale a inyectar dólares de las reservas para contener la cotización, representa una ruptura tácita pero evidente del esquema de bandas de flotación pactado con el Fondo Monetario Internacional.
El mensaje en la red social X, frío y técnico, buscó transmitir control: “con el fin de contribuir a su liquidez y normal funcionamiento”. Pero entre líneas, el comunicado grita la magnitud de la presión que sofocaba al mercado. Hasta ayer, las reglas eran claras: el Banco Central solo podía vender divisas cuando el dólar mayorista tocara el techo de la banda, ubicado en los $1.470. Sin embargo, la divisa se ofrecía hoy a $1.370, a un abismo de $100 de ese límite. La intervención en este punto no es una medida dentro del manual; es un acto de fuerza mayor.
El eco de la medida resonó de inmediato en Wall Street. Los bonos soberanos argentinos, el termómetro de la confianza inversionista, abrieron con caídas brutales. El riesgo país se dispara, y el mercado vota con papers y pantallas: la sorpresa no fue bien recibida. La pregunta que flota en el aire es obvia: ¿a qué costo? La estrategia supone una quema de reservas internacionales, el activo más preciado y escaso de la economía argentina, en un momento de extrema fragilidad.
El oficialismo intenta matizar la situación afirmando que el FMI fue consultado y dio su aval. Sin embargo, el silencio del organismo al momento de cierre de esta edición habla por sí solo. Este viraje táctico, aunque lo presenten como una herramienta de liquidez, expone la profundidad de la crisis de confianza y la urgencia por evitar una tormenta perfecta: fuga de capitales, disparada del blue y un frente financiero imposible de contener. El Gobierno ha decidido jugar sus cartas. El mercado ya está mostrando sus primeras fichas. La partida, recién comienza