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La noticia recorre el mundo del tenis con la fuerza de un revés plano cruzado. Juan Martín del Potro, el hombre que le arrancó una sonrisa a Argentina en una cancha de cemento neoyorquina, ahora está a un paso de la consagración definitiva. Su nombre figura entre los candidatos para ingresar a la Clase 2026 del Salón de la Fama del Tenis Internacional, un honor reservado para los inmortales del deporte.
No es un candidato más. Comparte nominación con el elegante Roger Federer, un hecho que por sí solo dimensiona la altura de la distinción. Pero la postura de Delpo es única, forjada no solo con titulares de Grand Slam, sino con la resiliencia de un luchador que se repuso una y otra vez de lesiones devastadoras. Su carrera es un himno al coraje.
El parteaguas fue el US Open 2009. Aquella final épica donde quebró la hegemonía de Federer en Nueva York, un partido de cinco sets que lo catapultó a la leyenda. Ese año, con apenas 20 años, ya se instalaba en el top 10 mundial. Pero su grandeza había asomado antes, con una racha furiosa de 23 victorias consecutivas y cuatro títulos ATP cuando todavía era un adolescente.
Sin embargo, la verdadera medida de un ídolo trasciende los torneos individuales. En 2016, Del Potro cargó sobre sus hombros, una vez más, los colores albicelestes. Lideró a la Argentina hacia su primera Copa Davis, un sueño colectivo hecho realidad. Ese mismo año, en los Juegos Olímpicos de Río, volvió a destronar gigantes como Nadal y Djokovic para colgarse la medalla de plata, en un escenario que siempre pareció reservado para sus hazañas más emotivas.
La reacción del tandilense no se hizo esperar. “Qué honor y qué privilegio ser nominado para tal reconocimiento”, escribió en sus redes sociales, con la humildad que siempre lo caracterizó fuera de la cancha. Si los votos lo acompañan, se unirá a un panteón argentino que ya alberga a dos dioses: Gabriela Sabatini y Guillermo Vilas.
El proceso de elección, que por tercer año consecutivo incluye el voto popular, estará abierto hasta el 10 de octubre. Los aficionados tienen en sus manos la posibilidad de sumar puntos cruciales para que el "Gigante de Tandil" dé otro golpe histórico. Esta vez, no para ganar un partido, sino para asegurar su lugar entre los más grandes de la historia. Un lugar que, a juzgar por su carrera, sus títulos y su fuerza inquebrantable, merece desde hace mucho.