DOLAR $ 1400 / $ 1450
DOLAR $ 1405 / $ 1425
DÓLAR
$ 1400 / $ 1450
$ 1405 / $ 1425
  13 ºC  Junín, Bs As
Viernes, 21 Noviembre 2025
Diario Junín | Deportes             322
La Frialdad del Guerrero: Carlos Prates y el Nocaut que Nació de un Meme
En el Madison Square Garden, el brasileño no solo derrotó por KO a Leon Edwards; creó un ícono de la resistencia mental. Mientras las redes sociales se burlaban de su rostro impasible bajo una lluvia de golpes, él ya estaba tramando el fin de la pelea.
Martes, 18 de Noviembre del 2025 - 13:16 hs.
La Frialdad del Guerrero: Carlos Prates y el Nocaut que Nació de un Meme

NUEVA YORK.— La historia oficial dirá que Carlos Prates noqueó a Leon Edwards con un recto de izquierda demoledor en el segundo asalto del combate estelar de UFC 322. Lo que las estadísticas no capturarán con la misma fidelidad es el instante previo, el que quedó grabado a fuego en el inconsciente colectivo del deporte. Fue en el primer round, cuando el ex campeón inglés, desde la espalda del brasileño, lo inmovilizó contra la jaula y descargó sobre su rostro una sucesión de puñetazos que resonaron en el Garden. La cámara se acercó, buscando el gesto de dolor, la mueca de desesperación. No lo encontró. Encontró, en cambio, la calma más desconcertante. Los ojos de Prates, serenos, casi aburridos, mirando a la nada, como si estuviera esperando en la cola de un banco. El mundo, afuera, ya empezaba a incendiarse.

Mientras Edwards gastaba fuerzas y sueños en quebrar una resistencia que no se veía, las redes sociales hicieron el resto. “Es como cuando mi hijo salta sobre mi espalda”, “Cuando la vida te golpea, pero ya estás acostumbrado”, “El hombre ni parpadeó”. El meme había nacido antes de que la pelea terminara, un raro caso donde la viralización precede al desenlace. Esa frialdad bajo presión, lejos de ser un signo de derrota, fue la génesis del triunfo. Era la quietud antes del huracán.

Detrás de esa impasibilidad hay un método. No es templanza casual, sino forjada en los gimnasios de Río de Janeiro junto a Caio Borralho. “Estaba tranquilo porque entreno con Caio Borralho, él me enseña muchas cosas. Sabía que me iban a derribar, no me preocupaba. Solo quería recomponerme y lastimar a mi oponente”, confesaría Prates después, en la conferencia de prensa, como si revelara un secreto a voces. Su plan no era evitar el derribo; era permitirlo para minar la confianza del rival. “Creo que la gente paga su entrada para ver violencia, para ver sangre. Yo estaba tratando de entrar en su mente, hacerlo débil, y luego lastimar su cuerpo, y después noquearlo”.

La estrategia mental fue perfecta. Prates no solo soportó la tormenta inicial; estudió a su presa. Al lastimar la pierna de Edwards, inició un diálogo silencioso y luego uno no tan silencioso. “Le dije: ‘Oye, te lastimé’. Y entonces él abrió los brazos, como muy enojado, y dijo: ‘No, no me lastimaste’. Y entonces dije: ‘Ah, ahora perdió el control. Es momento de terminar la pelea’”. Ese fue el parteaguas. La ira del británico, contrastando con la glacial serenidad del brasileño, selló su destino.

El segundo asalto fue la ejecución. Con Edwards fuera de sí, Prates dominó el intercambio en pie y conectó el golpe limpio que todos recordarán. El izquierdazo que mandó al ex campeón a la lona, fulminante, fue la conclusión lógica de una obra de teatro psicológico. El árbitro no necesitó contar. Edwards, derrotado por primera vez por KO, ya había sido vencido minutos antes, cuando sus golpes no lograron arrancarle ni un gesto al hombre que parecía inmunizado contra el dolor.

Con este triunfo, Carlos Prates no solo se embolsó un bono de $50.000 por “performance de la noche” y se afianzó como un contendiente real en el peso wélter, acercándose a la conversación por el título de Islam Makhachev. Consolidó algo más valioso: una identidad. A sus 32 años, es un personaje completo de la UFC. Provocador en redes, fumador confeso, bromista nato y, sobre todo, un luchador con una mentalidad de acero que transforma el martirio en un arma. Mientras el mundo se reía de su cara de palo, él ya había ganado la pelea. El nocaut fue solo la firma en un cuadro que pintó con paciencia de artesano