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Opinión
¿Qué nos pasa a los argentinos?
Por: Javier Mattioli
Jueves, 24 de Septiembre del 2020 - 12:29 hs.
¿Qué nos pasa a los argentinos?

En estos días no puedo dejar de sentir una profunda tristeza por el comportamiento de un sector de la sociedad. Que repudia y despotrica frases sin sentido con un profundo olvido de lo acontecido en nuestra historia. Es inevitable ponerme en su lugar y tratar de comprender sus reclamos, busco puntos en común, nexos, espacios de reflexión, ser empático.


Lo primero que se me viene es ver que aquí no se trata de una lucha de clases, no. No es ricos contra pobres, o sí pero no desde la riqueza patrimonial, monetaria, sino más bien de sentido común, la riqueza cultural. Aquí lo que se ve son dos bandos definidos, de un lado, se encuentra un grupo de personal desinformada, frustrada, con poco desarrollo de pensamiento crítico, que se indigna sin cuestionarse si lo que lee o ve es real, que repite sin pensar, que se cree superior por tener quizás un poco más de dinero y mira con recelo a quien progresa, es individualista y cree que lo que tiene es porque “se lo ganó”, teme a lo que no conoce, repudia todo lo ajeno a su hábitat, no resisten otros modos de vida, ni de estéticas, ni nada que se aleje de los cánones tradicionales de belleza eurocentrista impuesta. Por lo general, personas de más de 50 años, que vivieron con furor los años 90, no se quejaban de nada porque podían hacerse un viajecito al exterior y comprar sin culpa en el free shop. No cuestionaban que eso era un cheque en blanco y que el precio a futuro traería desempleo, pobreza, desigualdad; se vivía el momento, el falso éxito de altísimo costo. Del lado de enfrente, están los que buscan un punto intermedio, un equilibrio ante un hecho que es mundial, que tiene que ver con una desigualdad social que impacta de manera contundente en todas las aristas de un pueblo. Gente sensible, emprendedora, que trabaja con una mirada colectiva, sabiendo que cada acción que realiza repercute de manera directa a su alrededor. Personas que se formaron en universidades, terciarios y escuelas públicas, que saben adaptarse a cuanta crisis hemos pasado buscando estrategias flexibles. Aquí las hay con muchísimo dinero o con muy poco, lo menciono porque es importante recalcar que no se trata de ese tipo de riqueza. Es un hecho mucho más profundo que va más allá de los estereotipos.


Hoy el sinsentido y la incoherencia tomaron la calle, marchas fervorosas por la “Democracia” contra un gobierno electo de manera pacífica y transparente, atropellando lo que la mayoría votó, sin siquiera saber esperar como otros lo hemos hecho de manera “democrática”. Se repudian medidas que acompañan al sector más vulnerable como el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), la Tarjeta Alimentar, o la Asistencia de emergencia al trabajo y a la producción (ATP) para más de 300.000 empresas, los Préstamos a tasa 0 a monotributistas y autónomos. ¿Son los mismos que no hace tanto aceptaban la dolarización de las tarifas que subían embistiendo a cuanta familia y empresa se les cruzase? Al grito unísono de “estábamos pagando poco”. Pero hoy cuando el gobierno a favor del pueblo las congela evitando así la exclusión de muchos, como también lo hizo con los alquileres, y las empresas de telefonía, cable e internet para paliar una crisis que arrasa, de todas formas se quejan, porque están cansados de “mantener vagos” ejerciendo esa mirada inquisidora únicamente sobre el excluido social pero nunca jamás sobre el privilegiado de clase alta que roba, lava, explota y fuga. Claman por Vicentín, pero no se indignan que la prensa internacional la mencione como una empresa que lavó millones, ni tampoco por todos sus trabajadores ni sus acreedores, a esos los invisibilizamos y listo.


Ahora, cuando se busca ser justo y presentar un impuesto a las riquezas, como lo hicieron en tantos otros países civilizados, que no afectan al que no llega a fin de mes trabajando sin parar, no por favor, por el contrario, es hacia un 2% de la población que seguirá viviendo con sus acomodada situación, saltan rabiosos. Festejan los modos ilegales de reclamo salarial del sector de la seguridad, pero cuando lo hicieron los docentes despotrican y descalifican, avalando allí la violencia ejercida hacia los mismos, aplaudiendo atónitos la medida de una gobernadora de remplazarlos por “voluntarios”.


Entonces, replanteémonos la pregunta del título. Porque si somos abanderados de las instituciones y no queremos una dictadura es correcto que nuestro presidente eleve al Congreso Nacional la reforma judicial que mencionó en campaña, allí están los representantes del pueblo, y no se hace de manera unilateral como sí lo hizo un ex presidente apenas asumido, designaba jueces de la corte suprema por DNU, un hombre procesado por escuchas ilegales, con una familia que tuvo el privilegio de estatizar deudas millonarias que las pagamos nosotros, que tiene empresas off shore en paraísos fiscales, escándalos por la causa de los peajes, el bochorno del correo argentino, SEVEL, parques eólicos, las cloacas, en fin, un impresentable que prefieren defender porque tiene ojos celestes, es simpático y le conocemos solo a su hija menor que la uso en épocas de campaña. Aquí nadie sale a decir que nos sale caro mantener este tipo de “vagos”. Sin dejar de lado que se tomó extensas vacaciones durante momentos terribles potenciados por su mandato, reprimió a jubilados, docentes y cuanto trabajador se manifestó. Endeudo al país por más de 100 años en dólares, con una cifra desopilante que fugó al exterior junto a sus amigos, esa moneda extranjera que hoy sube y reclaman como si ese efecto sea a causa de magia, echando culpas al mismo que busca cuidarnos, pero que aun así prefieren hacer la vista a un lado. Otro DNU que no le reclamaron fue el que emitió a días de irse dándoles una suba importantísima de coparticipación a la ciudad de Buenos Aires, la más rica del país, donde aún son gobierno fomentando la desigualdad en todo el territorio argentino y que el presidente actual de la misma manera pero por un porcentaje menor volvió a restaurar.


Basta de grietas, seamos inteligentes, de nada sirve separarnos, porque de esta si o si salimos unidos todos juntos. Hagamos un mea culpa y pensemos porque estamos como estamos y si realmente sirve descargar la ira descuidando a quienes nos rodean, seamos verdaderos críticos de quienes nos gobiernan, pero de manera constructiva, con diálogo, ideas y proyectos que nos potencien y beneficien. Todos cometemos errores, pero que eso no nos lleve a la desesperanza, sino por el contrario podamos aprender de los mismos para que el futuro sea próspero para nuestra querida Argentina.



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