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Lionel Messi ha podido completar unas vacaciones relativamente tranquilas. El mercado de fichajes del pasado año marcó un punto de inflexión trascendental en su carrera deportiva. El astro de Rosario abandonó el que había sido su único equipo profesional para iniciar una etapa lejos de Barcelona. Supuso una situación traumática para el propio jugador, y también para la afición barcelonista, que lo consideraba casi como uno más de la familia. El destino del atacante argentino fue el Paris Saint-Germain, club que lo contrató a coste cero. El movimiento se convirtió en una de las incorporaciones más mediáticas de la historia del fútbol, sobre todo por la repercusión que tuvo en el siempre frenético mundo del deporte.
Con la suma de Lionel, el club francés configuró un ataque
de ensueño. Messi compartía punta con Kylian Mbappé y Neymar, dos de los
mejores delanteros del mundo. Sin embargo, las cosas no fueron como todo el
mundo esperaba, y el club solo pudo sumar una Liga a su palmarés. Un triunfo
que quedó muy alejado de las expectativas generadas.
Esta situación de fracaso colectivo hacía presagiar una
remodelación en profundidad del vestuario. Pero, hasta el momento, el PSG ha
conseguido retener a todas sus estrellas. En teoría este tenía que ser el verano
de la marcha de Mbappé, pero el poder de persuasión de los dirigentes parisinos
ha hecho efecto. El PSG afrontará nuevamente su temporada como máximo aspirante
a ganar la Ligue 1, de hecho es habitual que el equipo lidere todos los
pronósticos en las principales casas de apuestas.
Sus jugadores también constarán como aspirantes a máximos artilleros y
asistentes, muestra del poder del equipo.
Pero la verdadera espina clavada de Messi fue su discreta
participación en la Champions League. El equipo francés quedó eliminado en los
octavos de final de la competición. No tuvo suerte, ya que se cruzó con el Real
Madrid. Messi
falló un penal en el partido de ida que pudo cambiar la evolución de la
eliminatoria. El partido de ida finalizó con victoria parisina por 1 gol a
cero, y el Madrid se impuso 3-1 en el partido de vuelta, con un magnífico Karim
Benzema.
Messi ha podido desconectar en estas vacaciones, y
afrontará esta próxima temporada con plenas garantías. El jugador querrá
demostrar que todavía se encuentra en plenas facultades para competir por todos
los títulos. Su aclimatación en el fútbol francés es ya también una realidad, y
el futbolista querrá mejorar sus registros personales de 11 tantos en 34
partidos. En el Barça sumó
récords de todo tipo, y ahora quiere hacer lo propio con el PSG. Pero
cuidado, existe un elemento distorsionador que puede afectar de forma directa
al rendimiento del jugador.
En noviembre tendrá lugar el Mundial de Fútbol. El
delantero es plenamente consciente de que puede ser su última oportunidad para
sumar la mayor Copa de todas. Aquella que todo jugador profesional quiere
ganar.
Además, hay que tener en cuenta que la inercia de la
Selección es muy positiva. Todas las críticas que el jugador recibía cuando se
colocaba la elástica albiceleste son ya parte de la historia, y actualmente
tiene el apoyo casi unánime de los seguidores argentinos. Solo habrán pasado
cuatro meses desde el inicio de la temporada regular. Habrá que estar pendiente
de ver hasta qué punto se dosifica, ya que una lesión podría hacer desvanecer
para siempre sus anhelos de ganar el Mundial. Este elemento distorsionador
afectará también al resto de jugadores profesionales, que tendrán que afrontar
un primer tramo de temporada durísimo, con muchos partidos en poco tiempo. La
calendarización atípica de este torneo –se disputa en los meses
de noviembre y diciembre- tendrá un efecto inédito sobre el cuerpo de los
futbolistas.
Ahora bien, la mejor forma de afrontar un reto
de estas características es competir al máximo nivel. No hay mejor simulacro
que este. Messi es un profesional de la cabeza a los pies, y seguro que el
horizonte mundialista no afectará a su rendimiento con el PSG. Esta será una
buena temporada para el rosarino. Y si lo es para él, también lo será para
Argentina.