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Fue llevada ante el magistrado Samuel Worrall y su esposa. Nadie entendía lo que decía… hasta que un marinero afirmó reconocer su lengua: era la princesa Caraboo, de la mítica isla de Javasu. Había sido capturada por piratas y, tras una fuga heroica, nadó hasta la costa inglesa.
La historia fascinó a la alta sociedad. Los diarios la convirtieron en una celebridad. Trepaba árboles, rezaba a su dios “Alla Tallah”, lanzaba flechas, nadaba como sirena. La nobleza la recibía como una reina.
Hasta que alguien rompió el hechizo: una mujer la reconoció. No era una princesa. Era Mary Baker, hija de un zapatero y ex criada. Todo había sido una farsa.
Humillada, Mary huyó a América, donde tuvo un hijo. Años después, regresó a Inglaterra y vendía sanguijuelas a hospitales para sobrevivir. Murió en la pobreza, pero su leyenda sigue viva.
¿Fue una impostora… o una soñadora capaz de encarnar un mundo mejor por unos días?
Porque a veces, la verdad no es tan poderosa como el poder de una buena historia.
Fuente: Datos Históricos